El Nuncio Apostólico en España, Mons. Piero Pioppo, destacó en su primera Misa pública en Madrid que España “eligió bien” a la Inmaculada Concepción como patrona de la nación.
Durante su primera Misa pública al iniciar su ministerio diplomático en España, celebrada en la Basílica Pontificia de San Miguel, el Nuncio Apostólico, Mons. Piero Pioppo, subrayó que el país “eligió bien” a la Inmaculada como patrona. El nuevo representante del Papa León XIV ante el Reino de España y Andorra presidió la Eucaristía con ocasión de la Solemnidad de la Inmaculada Virgen María, revestido con la tradicional casulla azul purísima. Esta prenda corresponde al llamado “privilegio español”, concedido por Pío IX en agradecimiento a esta “tierra de María” por su defensa de esta verdad de fe antes de su proclamación como dogma.
Tras enviar un saludo a los Reyes de España, a las autoridades presentes y al Arzobispo de Madrid, Cardenal José Cobo, Mons. Pioppo inició su homilía recordando que España es “una nación que por circunstancias providenciales e históricas dio a la Iglesia héroes de la fe, del amor, de la misericordia, los santos fundadores, y llevó también el Evangelio a todo el mundo”. En particular, mencionó a San Francisco Javier, quien evangelizó en Indonesia, lugar donde el nuncio desempeñó anteriormente su labor diplomática.
Mons. Pioppo se presentó como enviado al servicio del Santo Padre y “como estudiante” al llegar a una iglesia particular “que brilla por la fe de los mártires de los primeros siglos, los grandes doctores y pastores, hombres y mujeres que reformaron nuestra fe”. Al referirse a la solemnidad del día, afirmó que “en la cumbre de la gracia de Dios” se encuentra la figura de la Inmaculada, patrona no solo de España sino también “de nuestros corazones”.
El prelado añadió que la Concepción Inmaculada de María “es precisamente la garantía de que esta gracia destinada a transformarnos y justificarnos también está para nosotros; nos permite pedir perdón” para cumplir “el gran proyecto que Dios tiene” para toda la humanidad. En este sentido señaló: “Hace falta paz, hace falta diálogo, hace falta estima recíproca en todo el mundo”. A continuación explicó que la llamada divina a Adán en el Génesis —“Adán, ¿dónde estás?”— es una invitación del Creador dirigida al hombre que significa “os quiero siempre y quiero estar con vosotros”. Los anhelos de paz y amor en el mundo son plenamente realizados en la Virgen Santísima Inmaculada y están, por medio suyo, al alcance de todos.”
Casi al concluir su homilía expresó: “España, nuestra noble nación, eligió bien cuando eligió a la Virgen Santísima Inmaculada como su patrona, porque ella está presente donde quiere anunciando y llevando a Cristo, nuestro único Salvador”. Además pidió oraciones por su nuevo ministerio.
Al término de la Eucaristía confesó haber celebrado Misa por dos intenciones especiales: los difuntos y los profesores españoles que le acompañaron durante sus años académicos y cuya oración contribuyó para que su camino llegase hasta España. En particular recordó al P. Julio Manzaneres, rector de la Universidad Pontificia de Salamanca, quien le impartió clases en la Pontificia Universidad Gregoriana, así como al Cardenal Juan Navarrete, SI, antiguo rector también de dicha universidad.
Tampoco olvidó un recuerdo especial para el Cardenal Luigi Dadaglio, Nuncio en España entre 1967 y 1980 durante un periodo especialmente relevante para el país. El prelado señaló que fue su mentor para ingresar en el servicio diplomático vaticano.
