Denuncian al obispo de Huesca por ocultar supuestamente los abusos a un monaguillo en México

Denuncian al obispo de Huesca por ocultar supuestamente los abusos a un monaguillo en México

El obispo de Huesca y Jaca, Pedro Aguado, ha sido acusado de encubrimiento en un caso de presunta pederastia en México, según denuncia un antiguo monaguillo.

El recientemente nombrado obispo de la diócesis de Huesca y Jaca, Pedro Aguado, se enfrenta a acusaciones de presunto encubrimiento en relación con un caso de pederastia denunciado por un antiguo monaguillo, Javier Fernando Alcántara. La noticia ha trascendido en numerosos medios mexicanos, y la supuesta víctima incluso ha prestado testimonio en televisión. Alcántara ha denunciado públicamente al sacerdote José Miguel Flores Martínez por supuestos abusos en varios tribunales mexicanos. El supuesto agresor falleció hace tres años, pero Alcántara exige ahora que los que lo sabían y no hicieron nada tengan consecuencias. Por ello, ha denunciado por la vía civil por “encubrimiento institucional” al obispo español Pedro Aguado Cuesta, al padre provincial de México, Fernando Hernández Avilés, y al ecónomo José Luis Sánchez, además de a la Arquidiócesis de México.

Los abusos comenzaron cuando Alcántara tenía 11 años y era monaguillo. En varios medios de comunicación del país norteamericano ha denunciado las consecuencias físicas y mentales que esto ha tenido para él. En Aragón, la información la ha avanzado el Diario de Huesca. En octubre de 2020, la Santa Sede emitió un decreto que impuso la dimisión del estado clerical y la expulsión definitiva de la Orden de las Escuelas Pías al sacerdote José Miguel Flores, tras un proceso iniciado en 2019 por el entonces superior general Pedro Aguado.

El Obispado de Huesca ha reconocido a este periódico que el abuso que sufrió Javier Fernando ocurrió durante su infancia en México, y que el responsable fue el sacerdote José Miguel Flores. Aseguran que, una vez que la orden de los Escolapios tuvo conocimiento de los hechos, apartó al sacerdote, lo trasladó a España y lo ubicó en un monasterio para que no tuviera contacto con nadie. Según el Obispado, el entonces superior de los Escolapios, Pedro Aguado, invitó a la madre de la víctima a Roma para exponer el caso, y posteriormente viajó a México para entrevistarse personalmente con Javier, “mostrarle apoyo y credibilidad, y garantizarle que el sacerdote sería expulsado”.

En junio de 2020 se iniciaron las medidas cautelares y el proceso administrativo penal, y en octubre de ese mismo año el Papa Francisco redujo a José Miguel Flores al estado laical y lo expulsó de la orden. El Obispado subraya que la orden ofreció desde entonces “acompañamiento integral” a la víctima, incluyendo “apoyo emocional, educativo y económico, para ayudarle a superar las secuelas del abuso”. Con la designación de Pedro Aguado como obispo de Huesca, Alcántara interpuso la denuncia por encubrimiento.

Según la institución, Aguado “actuó con decisión y transparencia, situando a la víctima en el centro del proceso, colaborando plenamente con la Santa Sede y adoptando medidas inmediatas de tolerancia cero ante cualquier otro abuso”. Según el denunciante, el padre Aguado incluso le habría ofrecido apoyo financiero para reparar el daño causado. Fue en septiembre de 2019, cuando según publican varios medios ambos habrían coincidido en Cancún. Allí, el actual Obispo de Jaca y Huesca le trasladó la posibilidad de pagarle una matrícula formativa y también de poner restricciones al sacerdote Miguel Flores para estar en contacto con menores. Sin embargo, la víctima denuncia que el sacerdote acusado de pederastia siguió presidiendo misas en escuelas escolapias, con acceso a estudiantes. Versión que choca con la que aporta el Obispado, que sostiene que se le apartó en 2019.

Flores Martínez murió en Veracruz en agosto de 2022, según reza una esquela hecha pública por la Universidad Cristóbal Colón y los Padres Escolapios, aunque el denunciante pone en duda el propio fallecimiento. Pedro Aguado fue nombrado por el papa Francisco en marzo de este año obispo de las diócesis de Huesca y de Jaca. Nacido en 1957 en Bilbao, fue ordenado sacerdote en junio de 1982. Cursó Magisterio en la Escuela de Formación en la capital vizcaína y es Licenciado en Ciencias Eclesiásticas por el Centro Superior de Teología, dependiente de la Universidad de Navarra. También licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación por la Universidad de Deusto (1988). Hasta su designación era superior general de la Orden de las Escuelas Pías y consultor de la Congregación para la Educación Católica de la Santa Sede desde 2016.

Comentarios
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Aitana Bravo
Ayer
La situación del obispo Pedro Aguado refleja un preocupante patrón histórico en la gestión de abusos en la Iglesia. El encubrimiento de casos de pederastia no solo deteriora la credibilidad eclesial, sino que evoca episodios en los que se priorizó la protección institucional sobre el bienestar de las víctimas. Aunque el obispado proclama transparencia, las denuncias de encubrimiento indican que los ecos del pasado persisten.
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Pedro Gutiérrez
Ayer
La Iglesia parece buscar una respuesta ante los abusos, pero las denuncias de encubrimiento revelan una realidad preocupante. Las acusaciones contra Pedro Aguado, obispo de Huesca y Jaca, ponen en duda su compromiso con la justicia. Es esencial que la comunidad demande transparencia y acciones concretas para restaurar la confianza y sanar a las víctimas. La lucha contra la pederastia debe ser un compromiso firme que transforme la cultura eclesial.
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