Irlanda se consagra de nuevo al Sagrado Corazón de Jesús con la bendición del Papa León XIV

Los obispos de Irlanda sueñan con volver a ver un país que sea mayoritariamente católico, por ello el arzobispo Eamon Martin presidió este pasado domingo en el Santuario Nacional de Knock la solemne Misa para renovar la consagración de Irlanda al Sagrado Corazón de Jesús, un gesto de profundo significado religioso que revive la consagración original de 1873.
El evento, que congregó a miles de fieles tanto en la Basílica de Nuestra Señora Reina de Irlanda como en hogares, parroquias y comunidades religiosas a lo largo del país, estuvo acompañado de un significativo mensaje de apoyo desde el Vaticano. El Papa León XIV, a través de una bendición apostólica transmitida por el arzobispo Edgar Peña Parra, expresó su deseo de que esta ocasión "brinde una oportunidad llena de gracia" para fortalecer la fe, la caridad cristiana y la misión evangelizadora en Irlanda.
“¡Cuánta necesidad tenemos de una cultura de la vida, de una sociedad donde se promueva la paz, la reconciliación y la dignidad de toda persona humana!”, proclamó el arzobispo Martin durante su homilía, citando los desafíos que enfrenta actualmente tanto la Iglesia global como la sociedad irlandesa.
Una respuesta de fe ante los males del mundo
El prelado irlandés recordó que los males graves que llevaron a los obispos irlandeses a consagrar la nación hace más de 150 años siguen presentes hoy: persecuciones a cristianos, pobreza, adicciones, suicidio, aborto y presiones hacia la eutanasia. Frente a estos desafíos, instó a los presentes a no ver la consagración como una solución pasiva, sino como un compromiso personal con la fe, la esperanza y el amor cristiano.
“El mundo necesita un trasplante de corazón”, dijo, evocando las palabras del Concilio Vaticano II sobre el desequilibrio espiritual del ser humano. “Cada uno de nosotros necesita un cambio de corazón”.
Una tradición centenaria con mirada hacia el futuro
La consagración de Irlanda al Sagrado Corazón fue originalmente realizada por los obispos en 1873. Hoy, 151 años después, el acto adquiere renovada actualidad en un contexto de crisis moral y social. El arzobispo Martin vinculó la devoción al Sagrado Corazón con la Eucaristía y el Corpus Christi, en cuya solemnidad coincidió la ceremonia de este año.
La homilía también evocó la figura de santos profundamente unidos al Corazón de Jesús —como Santa Margarita María Alacoque, Santa Faustina, San Juan Evangelista y San Juan Pablo II— como modelos de cercanía espiritual. “Él pide nuestros corazones. ¡Déjenlos tener!”, exclamó Martin en uno de los pasajes más conmovedores del acto.
Un mensaje desde Roma: "prenda de alegría y paz"
La bendición del Papa León XIV subrayó el carácter universal del acto, encomendando a todos los presentes a la protección de la Virgen María y pidiendo al Sagrado Corazón “profundizar su devoción” y fortalecer la difusión del Evangelio. El Pontífice definió la consagración como una “prenda de alegría y paz en nuestro Señor Jesucristo”.
La oración por la Consagración de Irlanda fue rezada durante la ceremonia y se invita a las familias a continuarla durante todo el mes de junio, dedicado al Sagrado Corazón. En ella se pide al Señor que escriba con letras de amor los nombres de los fieles en su corazón y que derrame su luz sobre un mundo necesitado de conversión.
El arzobispo cerró su mensaje recordando que, al igual que los primeros discípulos, los fieles de hoy están llamados a proclamar la buena nueva y a irradiar la luz del amor cristiano, especialmente entre los más necesitados.
“Después de esta consagración”, concluyó, “no os extrañéis si sentís una llamada a salir al encuentro del mundo. Porque hoy, Él os dará un corazón nuevo”.
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