El nuevo cortometraje de Disney, Versa, provoca controversia por su representación de una familia tradicional.
Hace unos meses, Walt Disney Animation Studios anunció discretamente su próximo cortometraje, Versa, cuya salida junto a Zootopia 2 marcaría la temporada. Presentado en el Festival de Annecy 2025 y en una avant-première estadounidense, el film capturó de inmediato la atención. En Francia y en otros lugares, Versa se proyectará al inicio de Zootopia 2, esperado para finales de noviembre de 2025, antes de su difusión en Disney+ probablemente en 2026.
Versa narra la historia de una joven pareja que busca formar una familia y atraviesa las emociones más esenciales de la existencia, desde el dolor hasta la alegría, en un ballet cósmico donde la danza y la música reemplazan las palabras. Su director, Malcon Pierce, se inspiró en su propia experiencia: la pérdida de su hijo Cooper. De este drama nació una obra conmovedora, llena de luz, donde la simbología del kintsugi japonés expresa la posibilidad de reconstruirse a pesar de las fracturas. La concepción visual del film fue guiada por el artista Paul Felix y por una coreografía sobre hielo trabajada con los patinadores Katherine Hill y Ben Agosto. La elección de una narración completamente muda refuerza la universalidad del mensaje, centrado en la familia, el duelo y la esperanza.
Sin embargo, desde la difusión de las primeras imágenes, una parte de las redes sociales se ha encendido. Varios militantes LGBT radicales han acusado a Disney de proponer una «propaganda heterosexual repugnante», bajo el pretexto de que un hombre y una mujer esperan un hijo. Algunos incluso piden que el cortometraje sea «mantenido alejado de las mentes impresionables». Un mensaje virulento se burla de la simple aparición de un padre sin camisa, como si esta banalidad constituyera un peligro cultural.
Estas reacciones extremas muestran hasta qué punto la representación de una familia tradicional, antes percibida como neutra, se convierte hoy en un motivo de ataque. Disney, a menudo acusado en los últimos años de ceder a las presiones progresistas, se encuentra paradójicamente criticado por haber mostrado lo que una inmensa mayoría de familias considera como una realidad natural.
Pero otro movimiento, menos comentado, parece atravesar el estudio. Desde hace unos meses, varios indicios sugieren que Disney busca reequilibrar su imagen, tras años marcados por polémicas ideológicas. La serie animada Win or Lose, difundida en Disney+, ha marcado un giro notable: por primera vez en casi veinte años, un personaje cristiano aparece rezando explícitamente. En el primer episodio, una joven jugadora de softball, atravesada por la duda, murmura una oración antes de su partido: «Querido Padre celestial, dame la fuerza. Tengo fe, pero a veces, la duda se insinúa». Una secuencia simple, casi anodina, pero que contrasta con la línea editorial reciente del estudio, donde toda referencia religiosa explícita había desaparecido.
Esta evolución ocurre mientras la dirección de Disney intenta evitar las «guerras culturales» y reconectar con un público más amplio, cansado de los contenidos percibidos como demasiado ideologizados. Algunas decisiones recientes –revisiones de guiones, ajustes internos, abandono de ciertas orientaciones– testimonian una voluntad de calmar las tensiones con los medios conservadores y cristianos, durante mucho tiempo decepcionados por el giro cultural del estudio. La yuxtaposición de Win or Lose, que reintroduce discretamente la oración cristiana en pantalla, y de Versa, que valora la familia tradicional, no ha pasado desapercibida. Para algunos, estas elecciones podrían marcar el inicio de un retorno a los relatos universales, centrados en la familia, la trascendencia, la fragilidad y la gracia. Para otros, no son más que gestos puntuales destinados a apaciguar las críticas.
Lo que es seguro es que la reacción desproporcionada de algunos militantes frente a una simple pareja heterosexual en Versa contrasta con la cálida acogida de aquellos que ven en estas elecciones un signo de apaciguamiento. Una mayoría de espectadores se alegra de encontrar una obra bella, sincera, llena de luz y desprovista de agenda militante. La polémica en torno a Versa revela una época en la que la normalidad se vuelve subversiva y donde la familia tradicional es a veces tratada como un motivo ideológico. Pero también revela que Disney parece, tímidamente, redescubrir los valores que han moldeado su historia: la familia, la transmisión, la esperanza, y quizás incluso, por primera vez en mucho tiempo, la expresión visible de una fe cristiana.
Resta saber si esta evolución será duradera o si no será más que un paréntesis. Pero por ahora, entre Versa y Win or Lose, se impone una constatación: en el corazón de un paisaje cultural agitado, Disney parece buscar un camino más apacible, más universal, y quizás más cercano a los valores que tantas familias nunca dejaron de amar.
