El sacerdote libanés Charbel Fayad compartió su experiencia en las prisiones del Líbano, destacando la importancia de la misericordia y la presencia de la Iglesia en un entorno desafiante.
En el Santuario mariano de Harissa, el padre Charbel Fayad, sacerdote que presta servicio en las prisiones libanesas, compartió con el Papa León XIV su experiencia en esta misión. Fayad destacó que la misericordia no es una idea abstracta, sino que se manifiesta en los rostros de los detenidos que lloran al recibir la Eucaristía, en las guardias que aprenden a perdonar y en las madres que esperan a sus hijos con esperanza.
El padre Charbel Fayad relató cómo, en las cárceles del Líbano, se encuentran hombres y mujeres olvidados por la sociedad, pero no por Dios. En un entorno marcado por la pobreza, el hacinamiento y la falta de higiene, la misión resulta especialmente exigente. No obstante, es precisamente en esta fragilidad donde la gracia actúa con fuerza, permitiendo que renazca la alegría de saberse amados incluso tras los muros.
Durante su testimonio, Fayad recordó las palabras de un detenido: "Siete venuti fin qui, quindi Dio non mi ha dimenticato". Estas palabras le evocaron el pasaje de Mateo 25,36: "Estuve en la cárcel y vinisteis a verme". El amor de Cristo, afirmó, no conoce fronteras ni de países, ni de prisiones ni de corazones endurecidos.
El padre Charbel Fayad subrayó que la misión en las prisiones libanesas revela la belleza de una Iglesia pobre, cercana y compasiva que se asemeja a Jesús. Agradeció a el Papa León XIV por recordar constantemente que la misericordia es el rostro de Dios y expresó su deseo de que la visita del Pontífice sea un signo de esperanza y paz para el pueblo libanés.
