Un reciente informe revela que, en Nigeria, 32 cristianos son asesinados diariamente debido a su fe, en un contexto de violencia atribuida a facciones yihadistas.
En el corazón de África Occidental, las comunidades cristianas de Nigeria enfrentan lo que muchos observadores describen como un genocidio en cámara lenta. Un nuevo informe de la Sociedad Internacional para las Libertades Civiles y el Estado de Derecho (Intersociety) ofrece un panorama de derramamiento de sangre implacable: en los primeros 220 días de 2025, al menos 7.087 cristianos fueron asesinados, lo que representa un promedio de 32 muertes diarias. Además, casi 8.000 personas fueron secuestradas, siendo atacadas explícitamente por su fe.
El informe, publicado el 10 de agosto, atribuye la violencia a unas 22 facciones yihadistas distribuidas por todo El País. Su objetivo declarado, según el presidente de Intersociety, Emeka Umeagbalasi, es nada menos que la erradicación del cristianismo en Nigeria en el transcurso del próximo medio siglo, una ambición escalofriante que recuerda a la yihad fulani del siglo XIX que dio origen al Califato de Sokoto. Hoy en día, el Sultán de Sokoto sigue siendo la máxima autoridad islámica de Nigeria, y para muchos cristianos, esa historia proyecta una larga sombra.
Desde 2009, los datos sugieren que 185.000 nigerianos han muerto en violencia vinculada a motivos religiosos, la mayoría de ellos cristianos, pero también decenas de miles de musulmanes etiquetados como "liberales" por los extremistas. El saldo es abrumador: 19.100 iglesias destruidas, más de 1.100 comunidades cristianas desplazadas y decenas de miles de millas cuadradas de tierras agrícolas confiscadas. El clero no ha sido eximido: más de 600 han sido secuestrados, muchos de ellos asesinados.
El estado central de Benue ha soportado la peor parte, con masacres que han dejado cientos de muertos en incidentes aislados. Los sobrevivientes hablan de atacantes armados con machetes, quemando aldeas y dejando tras de sí solo cenizas y dolor. "Son animales y bárbaros", declaró el padre Moses Aondover, un sacerdote católico en Makurdi, rechazando la idea de que tales horrores puedan reducirse a meras estadísticas. "Estas son vidas humanas desperdiciadas".
Los críticos afirman que el estado nigeriano está fallando, si no es que es cómplice. El exasesor gubernamental Franc Utoo acusa a elementos del ejército y la élite política, muchos de ellos de origen fulani, de ver la violencia como una oportunidad estratégica para remodelar el mapa religioso de Nigeria. Tales afirmaciones, aunque políticamente explosivas, son compartidas por clérigos como el padre Aondover, quien lamenta años de súplicas internacionales sin respuesta.
La crisis también se ha convertido en un punto de conflicto diplomático. Bajo la presidencia de Donald Trump, los Estados Unidos designaron a Nigeria como un "País de Preocupación Particular" por graves violaciones a la libertad religiosa, una medida revertida por la administración de Joe Biden en 2021, a pesar de la violencia continua. Grupos de derechos humanos calificaron esa decisión como un "golpe devastador", argumentando que eliminó una palanca vital para presionar a Abuya a proteger a sus ciudadanos.
El informe de Intersociety ahora insta a Washington a restaurar esa designación y vincular la ayuda estadounidense a avances verificables en la protección de minorías religiosas. La campaña de Trump ya ha señalado una fuerte condena de los asesinatos, enmarcando la libertad religiosa como un imperativo moral y un pilar de la política exterior.
Mientras tanto, grupos de defensa basados en la fe están pidiendo una acción urgente liderada por África: justicia para las víctimas, reconstrucción de comunidades devastadas y despliegue de fuerzas de seguridad capaces de proteger aldeas vulnerables. "Durante demasiado tiempo, el mundo ha ignorado la masacre de cristianos", dijo Henrietta Blyth de Open Doors UK e Irlanda. Sobre el terreno, ese abandono se siente más agudamente por los sobrevivientes que insisten en que las condolencias son huecas sin una protección real.
Para los cristianos de Nigeria, la lucha se ha vuelto existencial. Como advierte un proverbio local, cuando la casa de tu vecino está en llamas, debes verter agua en tu propio techo, porque mañana, las llamas pueden estar en tu puerta.