El evento, celebrado en el Auditorio de la Conciliazione, ha reunido a cientos de participantes para reflexionar sobre el papel evangelizador en el mundo digital, bajo la mirada de importantes figuras de la Iglesia.
Durante la apertura, el cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado, subrayó que la Iglesia no puede ignorar los profundos cambios culturales que impone la tecnología.
“El mundo digital ya no es solo una herramienta; es una forma de habitar el mundo”, afirmó. Parolin llamó a una “presencia impregnada de humanidad”, donde el cristiano no actúe como promotor de sí mismo, sino como portador de sentido, misericordia y verdad.
“No basta con tener estrategias”, advirtió. “Evangelizar es asumir el ritmo, las heridas y las preguntas del otro. No desde la autopromoción, sino desde el testimonio”.
El arzobispo Rino Fisichella, organizador del Año Santo, apeló a la esencia relacional del Evangelio. “La esperanza tiene rostro y se llama Jesucristo”, recordó. Animó a los participantes a redescubrir el valor del silencio como camino hacia una escucha auténtica. “El mundo ya no escucha a los maestros, sino a los testigos”, citó de Pablo VI, reforzando que la credibilidad del mensaje cristiano nace de la autenticidad de quien lo comunica.
Por su parte, Paolo Ruffini, Prefecto del Dicasterio para la Comunicación, alertó sobre los riesgos de convertir a las comunidades en productos de consumo. “La Iglesia es una red de personas reales, no de algoritmos”, dijo. Llamó a formar misioneros capaces de resistir la lógica individualista del mercado digital, defendiendo una cultura del encuentro. “No transformemos la comunidad en audiencia, ni la audiencia en mercancía. Si lo hacemos, también nosotros nos volvemos mercancía”.
Monseñor Lucio Ruiz, secretario del mismo dicasterio, introdujo el término acuñado por el Papa Francisco: “samaritanizar”. Significa acercarse con compasión al sufrimiento ajeno, incluso en la esfera virtual. “No se trata de producir contenido, sino de encontrar personas, levantar a los caídos, ofrecer sentido”, expresó Ruiz, quien destacó que la misión no es técnica, sino profundamente humana.
El jesuita Antonio Spadaro, subsecretario del Dicasterio para la Cultura y la Educación, fue tajante: “No les pido que brillen, sino que ardan”. En un mundo donde lo digital muchas veces mide su éxito en “likes” y visibilidad, Spadaro defendió la compasión como criterio de autenticidad: “El algoritmo entiende datos, pero no el alma”. Llamó a los presentes a ser testigos que encarnen el Evangelio y comuniquen desde el amor y no desde la estrategia.
El evento continúa con mesas redondas internacionales, oraciones, debates y testimonios. La jornada concluirá con la adoración eucarística presidida por el cardenal José Cobo Cano. Mañana, los participantes iniciarán una peregrinación hacia la Basílica de San Pedro, seguida de la consagración de la misión digital a María en los Jardines Vaticanos y una noche de celebración en la Piazza Risorgimento.
Escribir un comentario