Durante la solemne Misa y Te Deum celebrada por Fiestas Patrias, el cardenal Carlos Castillo, arzobispo de Lima, pronunció una larguísima homilía ante la presencia de la Presidenta de la República, Dina Boluarte.
Durante la homilía, el cardenal Castillo reflexionó sobre el perfil del buen dirigente desde una perspectiva bíblica, histórica y contemporánea. En un mensaje que combinó espiritualidad, crítica social y una llamada a la ética política, el purpurado pidió a las autoridades volver a la vocación entrañable de servicio y a una conducción basada en la justicia y la equidad.
Inspirado en el profeta Isaías, el cardenal evocó la figura de un “niño rey” nacido del vientre de una madre del pueblo, símbolo de un líder que conduce con amor, sabiduría y fuerza espiritual. “Solo quien recuerda el amor maternal puede llenar de alegría liberadora a su pueblo”, afirmó.
Castillo destacó que el verdadero dirigente debe ser un “consejero prudente”, “padre perpetuo” y “príncipe de la paz”, capaz de gobernar con profundidad ética y no con superficialidad ni frivolidad. “Ser dirigente no es actuar como un simple y triste funcionario”, advirtió.
La homilía hizo un extenso recorrido por la historia política del Perú, desde la independencia hasta la actualidad. El cardenal recordó que el militarismo y la dictadura han obstaculizado la consolidación de una verdadera vocación democrática. En este marco, rescató el pensamiento del arzobispo Francisco Javier Luna Pizarro, quien en 1834 abogaba por una dirigencia ética, firme pero respetuosa de las libertades y de los derechos del pueblo.
“Las mejores formas de gobierno se corrompen con seres envilecidos”, citó el cardenal, reiterando que no basta el conocimiento si no va acompañado de probidad.
En el tramo final de su mensaje, el cardenal reflexionó sobre los desafíos actuales de la política peruana y la crisis global de valores. Alertó sobre una dirigencia desconectada de la realidad del pueblo y permeada por el egoísmo, la indiferencia y prácticas mafiosas. “No contribuyamos a que surja la anarquía. Hagamos una autocrítica todos, incluso la dirigencia eclesial”, exhortó.
Al poner como ejemplo a la Virgen María, quien acudió al auxilio de su prima Isabel con prontitud y generosidad, instó a los líderes a “levantarse y correr al encuentro del pueblo” en vez de actuar por intereses personales.
Finalmente, el cardenal resaltó que, a pesar de las crisis, el pueblo peruano sigue manifestando su dignidad y su anhelo de justicia. Pidió no manipular ese despertar ciudadano y abrirse a una renovación espiritual y humana.
“Hoy nuestro pueblo es también nuestro ‘primo’ que necesita ayuda. No se puede dirigir sin servir gratuitamente y de corazón”, concluyó antes de desear a todos unas felices fiestas patrias.
Escribir un comentario