El jurado encargado de seleccionar el proyecto de “resignificación” del Valle de los Caídos incluye a figuras públicas próximas al laicismo y la masonería. Entre ellos, el secretario de Estado de Memoria Democrática reconoció tener “un deber moral de dar a conocer la verdad de lo que ocurrió con la masonería”, mientras otro miembro reclamó que “la Iglesia se adapte al carácter secular” de lo público.
El jurado —conformado por nueve miembros designados por el Ejecutivo— será el responsable de elegir una de las diez propuestas finalistas para resignificar el Valle de los Caídos, un monumento cuya esencia religiosa corre peligro de ser desdibujada. La información completa puede consultarse en Religión en Libertad.
Fernando Martínez López, secretario de Estado de Memoria Democrática, afirmó en los Cursos de Verano de la Universidad de Málaga que “tenemos un deber moral de dar a conocer la verdad de lo que ocurrió con la masonería”, aludiendo a reparar el recuerdo de quienes considera sus “víctimas”. Su posición ha suscitado inquietud sobre la imparcialidad del proceso.
Jordi Martí Grau, otro miembro del jurado, defendió que “hoy es exigible que la iglesia se adapte al carácter secular de la fiesta y la laicidad de los poderes públicos. […] Que la cultura democrática sea laica y no acepte la hegemonía de ninguna confesión religiosa”. En su artículo titulado “No iré a misa”, denunció que los rituales religiosos, como la misa, conservan una centralidad institucional desproporcionada, equiparable a celebraciones seculares.
Además del jurado, se ha nombrado un equipo asesor que incluye a José Ferrándiz Martín y a Daniel Alberto Escobar Portillo. Este último es la única voz representativa de la Iglesia Católica y tiene vínculos históricos con el Valle de los Caídos: formó parte de su escolanía entre 1988 y 1991, donde se inició en la música y la liturgia.
Las diez propuestas finalistas, caracterizadas por su alejamiento de planteamientos tradicionales, llevan títulos como “El abrazo del 76”, “Carne y Piedra”, “Élan Vital” o “Luz que emerge”, entre otros. El diseño definitivo dependerá ahora de un jurado cuya orientación ideológica suscita críticas por la posible erosión del valor religioso original del enclave.