Australia veta las redes sociales a los menores de 16 años para proteger su salud

Australia veta las redes sociales a los menores de 16 años para proteger su salud

En este texto se analiza la reciente decisión de Australia de vetar el acceso a las principales redes sociales a los menores de 16 años, así como el debate científico, institucional y social que esta medida está suscitando también en Italia.

Fuente: No social prima dei 16 anni. La rivoluzione parte dall’Australia - AgenSIR — No sexo antes de los 16 años. La revolución comienza en Australia - AgenSIR

Australia se ha convertido en el primer país del mundo en prohibir el acceso y la apertura de cuentas en Youtube, TikTok, Facebook, Snapchat, Instagram, X, Reddit, Twitch y Threads a menores de 16 años, con una norma en vigor desde el 9 de diciembre. La medida prevé multas millonarias para las empresas que no respeten el veto y se presenta como una decisión destinada a proteger el bienestar de las nuevas generaciones. Este endurecimiento se apoya en estudios científicos recientes, como el publicado el 1 de diciembre en la revista Pediatrics, y en las nuevas líneas guía presentadas el 19 de noviembre en el Senado por la Sociedad Italiana de Pediatría (Sip). A este contexto se suma la petición “Stop smartphone e social sotto i 14 e 16 anni”, lanzada en septiembre de 2024 por el médico y psicoterapeuta Alberto Pellai y el pedagogo Daniele Novara, que ha recogido casi 105.000 firmas.

El estudio estadounidense “Smartphone Ownership, Age of Smartphone Acquisition, and Health Outcomes in Early Adolescence”, dirigido por Ran Barzilay del Children’s Hospital of Philadelphia y realizado en el marco del Adolescent Brain Cognitive Development Study, ha analizado a más de 10.000 chicos y chicas de entre 9 y 16 años. Los resultados indican que, a los 12 años, quienes poseen un teléfono inteligente presentan un riesgo de depresión aumentado en un 31 %, de obesidad en un 40 % y de insomnio en un 62 %. Además, cada año de adelanto en la adquisición del dispositivo incrementa en un 9 % el riesgo de obesidad y en un 8 % el de insomnio. En este contexto, se subraya que “la preadolescencia es ya una fase de fuerte vulnerabilidad, marcada por cambios físicos, hormonales y sociales: añadir una herramienta que intensifica estímulos, comparaciones y notificaciones puede convertirse en un factor adicional de presión y ansiedad”.

Las nuevas recomendaciones de la Sociedad Italiana de Pediatría insisten en retrasar la introducción del teléfono inteligente al menos hasta los 13 años. Las líneas guía actualizadas establecen, en síntesis, la ausencia de acceso no supervisado a Internet antes de esa edad, límites estrictos por debajo de los 5 años (máximo una hora diaria), supervisión constante de los progenitores en el uso del móvil y fomento de actividades alternativas como deporte, lectura y juego creativo. Dado que el 89 % de los adolescentes duerme con el teléfono en la habitación, los pediatras alertan sobre riesgos de ansiedad, síntomas depresivos, aislamiento, descenso de la autoestima, dependencia de las redes sociales, ciberacoso, exposición precoz a pornografía y aumento del riesgo de ideación suicida. Las chicas se consideran especialmente vulnerables al fenómeno del “miedo a perderse algo”.

Los especialistas advierten también de retrasos cognitivos y posibles dependencias asociados al uso digital precoz. Se describen interferencias en el desarrollo cognitivo, el lenguaje, la concentración y el aprendizaje, respaldadas por estudios de neuroimagen que muestran cambios en áreas cerebrales vinculadas a la atención. Se señalan además efectos físicos como fatiga visual, incremento de miopía temprana, sedentarismo y obesidad. El mensaje de los pediatras se resume en que cada año ganado sin teléfono inteligente constituye una inversión en la salud física, mental, emocional y relacional de la infancia.

Alberto Pellai describe consecuencias de la introducción demasiado temprana de móviles y redes sociales en términos de privación de sueño, déficit de atención y concentración, reducción de las relaciones sociales y riesgo de adicción. Señala que, en comparación con hace veinte años, la salud mental y la calidad de vida de los menores han empeorado y advierte: “Lo smartphone puede convertirse en una trampa que encierra y crea dependencia” porque “el cerebro produce dopamina” y el adolescente en las redes sociales “entra en un círculo vicioso difícil de interrumpir”. En el libro “Sal de esa habitación. Cómo y por qué devolver a nuestros hijos al mundo”, escrito con Barbara Tamborini, se alertan los riesgos de un uso demasiado anticipado de las redes: “contenidos extremos, relaciones tóxicas, experiencias emocionales precoces y desestabilizadoras”.

La edad mínima de 16 años fijada por Australia es más restrictiva que los 14 años propuestos por Pellai y Novara o los 13 recomendados por la Sociedad Italiana de Pediatría, pero responde a una misma preocupación basada en evidencias científicas internacionales. El objetivo no es demonizar lo digital, sino proteger a niños y preadolescentes de un uso demasiado temprano mediante límites claros, presencia adulta y espacios sin conexión, especialmente durante la noche. Australia ha lanzado así una señal contundente y ha abierto una vía que podría ser considerada por otros países, incluida Italia y la Unión Europea.

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Eva Cepeda
Ayer
Es preocupante cómo la tecnología puede afectar la infancia. La prohibición de redes sociales para menores de 16 en Australia es un paso necesario para proteger la salud mental de los jóvenes. Es fundamental que las familias y comunidades reflexionen sobre el uso de la tecnología y fomenten un entorno seguro para los niños.
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