En este texto publicado hoy en acnmex.com se abordan las recientes declaraciones del británico Milo Yiannopoulos sobre el origen de la homosexualidad y su comparación con la evolución de la identidad transgénero como fenómenos condicionados por factores sociales.
Fuente: «Nadie nace gay»: homosexual converso desmiente las mentiras de la agenda LGBT+
Milo Yiannopoulos, influencer británico y ex activista «arcoíris», sostuvo en una entrevista con Tucker Carlson en su canal de Youtube que «nadie nace gay» y que «hoy ya no podemos confiar en la vieja mentira de ‘Nací así’». Afirmó que este eslogan fue creado «para una campaña de marketing de grupos homosexuales en la década de 1980» y que su función principal fue sacar la homosexualidad del ámbito religioso y situarla en un plano moral distinto.
Durante la conversación, Yiannopoulos comparó la evolución de la identificación transgénero con la homosexualidad, planteando que ambas responderían a patrones de producto social. Señaló que «hay una pequeña proporción de personas que son verdaderamente homosexuales», pero que, ante las «oleadas observadas de disminución y aumento del interés en la homosexualidad», y «a menos que descubramos nuevos patrones ambientales», no se puede seguir confiando en el eslogan «Nací así». Recordó que dicho lema fue ideado con fines mediáticos por activistas homosexuales en los años ochenta.
Según explicó, el mensaje «Nací así» permitía a los homosexuales equipararse a «las personas negras perseguidas», presentando como intolerantes a quienes criticaban la homosexualidad. A partir de entonces, «preguntarle a un homosexual sobre sus tendencias homosexuales era como preguntarle a una niña por qué era niña». A su juicio, «todo fue inventado por activistas gays en la década de 1980». Añadió que una de las estrategias del movimiento LGBT+ en aquel momento consistía en presentar la homosexualidad como algo «amigable y normal», evitando cualquier referencia a aspectos físicos y centrándose en los sentimientos.
Yiannopoulos afirmó que se pedía «ignorar las manchas en las sábanas, la promiscuidad, las drogas y las orgías en las discotecas berlinesas» porque «desaniman a las mujeres». Según su relato, el objetivo era «involucrar a las madres de posibles chicos gays» para que «afirmaran su homosexualidad». Al abordar el origen de la homosexualidad, sostuvo que la causa reside sobre todo en factores externos: «En casi todos los casos, y ciertamente en todos los que involucran a hombres, es una reacción a un trauma. No es una cuestión de sexualidad».
El ex activista defendió que la homosexualidad «no forma parte de tu identidad, ni es un elemento de tu personalidad, ni una función», sino «un conjunto de comportamientos» que aparecen en personas con «etiologías comunes fácilmente reconocibles». Como ejemplo, mencionó que «los estadounidenses negros y judíos tienen tasas de homosexualidad estadísticamente más altas» y lo atribuyó a «madres dominantes y padres ausentes». Aseguró que «la homosexualidad es en realidad un síntoma» y «producto de algo».
Yiannopoulos relató también su propia experiencia, vinculando su orientación homosexual a un trauma infantil. Describió la influencia de modelos masculinos negativos, como su padre criminal, la pareja «obsesivamente sobreprotectora» de su madre y un sacerdote católico de edad avanzada con el que mantuvo intimidad. Sostuvo que la atracción homosexual está relacionada con «una forma de posesión» y describió un impulso «increíblemente fuerte» que, según dijo, se apoderaba de su vida.
Relató episodios en los que, al sentarse junto a él en un avión «un guapo jugador de baloncesto o fútbol americano», le invadía la excitación hasta el punto de «no poder pensar en nada más» y tener que ir al baño porque «se apoderaba de su mente». Afirmó que «no era solo una adicción» y lo vinculó a la acción del «demonio», indicando que «estas cosas van de la mano». A partir de esta intensidad del deseo, calificó el matrimonio entre personas del mismo sexo como «una completa farsa» y sostuvo que la infidelidad es común, llegando a afirmar en tono de broma que el ideal de «fidelidad gay» sería «limitar las parejas sexuales a 20 al año», algo que describió como «prácticamente el celibato» para ellos.
Yiannopoulos aseguró que los grupos homosexuales se benefician de la «sensación de poder» derivada de silenciar a quienes critican lo que definió como «estilo de vida pecaminoso». Se preguntó «qué tan emocionados deben estar de que todos allí tengan relaciones sexuales y nadie se atreva a denunciarlos», y denunció que «nadie los critica por ello» y «todos viven una mentira». Calificó esta situación de «hipocresía» y «hipocresía pública».
En su valoración, «el estilo de vida homosexual» conlleva «una inmensa miseria». Afirmó que quienes viven así «se hunden en un profundo estado de negación» y que, cuando son jóvenes, «se dan cuenta de que tienen que ponerse máscaras diferentes para cada persona». Según su explicación, esto provoca «grietas en la personalidad» que acaban convirtiéndose en «fragmentos que se hacen añicos como una lámpara de araña que se cae al suelo». Concluyó que este proceso genera «un espacio para la profunda negación en la que se encuentran la mayoría de los hombres homosexuales», donde «un torrente de impulsos adictivos se confunde con una atracción sexual sana y normal». Añadió que la «extraordinaria promiscuidad» que atribuye a las comunidades homosexuales podría relacionarse con un uso «antinatural» del impulso sexual y citó a Santo Tomás de Aquino para sostener que, si un acto sexual no se realiza según su propósito, «no puede brindar satisfacción duradera».
