La Santa Sede ha expresado su profunda preocupación por el creciente número de suicidios entre los jóvenes, destacando la necesidad de un apoyo renovado para convertirlos en arquitectos de paz.
El pasado 25 de septiembre, durante la octogésima Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York, el arzobispo Paul Richard Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados y las Organizaciones Internacionales, presentó dos declaraciones en sesiones de alto nivel centradas en la juventud y la salud global. En su intervención, Gallagher recordó el trigésimo aniversario del Programa Mundial de Acción para la Juventud, subrayando la importancia de reafirmar el compromiso de apoyar a los jóvenes para que se conviertan en "arquitectos de paz, custodios del creado y constructores de una sociedad más justa".
Sin embargo, Gallagher advirtió sobre los desafíos significativos que enfrentan las nuevas generaciones, tales como guerras, injusticias sociales, desigualdades, hambre y explotación de personas y del medio ambiente, que obstaculizan su desarrollo y oscurecen la conciencia de su dignidad intrínseca. Destacó especialmente la exclusión de un gran número de jóvenes, particularmente mujeres, de oportunidades educativas y laborales. En el mundo, más del 20% de los jóvenes no están involucrados en educación, empleo o formación, lo que, según Gallagher, "aumenta el riesgo de problemas de salud mental y aislamiento".
La preocupación por el alto número de suicidios fue un tema central en ambos documentos. En el segundo texto, presentado en la sesión dedicada a la prevención y control de enfermedades no transmisibles y la promoción de la salud mental, Gallagher expresó la "profunda preocupación" de la Santa Sede por el elevado número de intentos de suicidio anuales, destacando que el suicidio es actualmente "una de las principales causas de muerte entre los jóvenes". Afirmó que "asistir al suicidio de cualquier manera viola la ética médica y la dignidad humana, porque la dignidad de cada persona, por frágil o sufriente que sea, es la dignidad de todos nosotros".
El secretario para las Relaciones con los Estados enfatizó la urgencia de un compromiso político renovado y una participación más amplia para fomentar la prevención y estilos de vida saludables, recordando que cada Estado tiene "el deber de cuidar a los más necesitados". Gallagher subrayó que los problemas de salud mental siguen siendo "la principal causa de muerte y discapacidad en el mundo, especialmente en países de ingresos bajos y medios", y destacó el compromiso constante de la Iglesia Católica en proporcionar asistencia sanitaria y promover el bienestar a través de sus instituciones, "especialmente para los pobres, los débiles y los necesitados".