El empresario Rafael Dalcomuni, tras superar un cáncer, redescubre su fe al conocer la historia del Servo de Dios Marcelo Câmara.
El empresario de Florianópolis, Rafael Dalcomuni, consultó a diez médicos de cinco especialidades distintas hasta recibir el diagnóstico que explicaba su pérdida de peso y los constantes dolores de cabeza: linfoma, un tipo de cáncer que afecta a los linfocitos, componentes del sistema inmunológico. Su esposa, Rafaela, estaba en el séptimo mes de embarazo. “Recibí la noticia un viernes, antevíspera de nuestro baby shower”, relató Dalcomuni a ACI Digital. “Lo oculté hasta el lunes para no arruinar el ambiente de la fiesta”. El tratamiento comenzó dos días antes del nacimiento de su hijo, Felipo.
Católico desde su nacimiento, Rafael se había alejado de la Iglesia, pero sintió el deseo de acercarse nuevamente. “El tratamiento fue tan intenso que, en los días en que no estaba en quimioterapia, permanecía postrado”, explicó. “No tenía fuerzas para salir de casa”. En esa situación contó con la intercesión y el apoyo constante de su familia. Viviendo en Curitiba, sus padres, hermano y suegra viajaron varias veces a Florianópolis para acompañarle y rezar por su recuperación. “Mis parientes comenzaron a frecuentar la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, en el Barrio de los Ingleses, donde se encuentra el cuerpo del Servo de Dios Marcelo Câmara”. La familia terminó conociendo la historia de Marcelinho, como es conocido entre sus devotos, y percibió una identificación entre sus vidas. Tras 18 sesiones de quimioterapia, cada una con una duración aproximada de 12 horas, Dalcomuni logró superar la enfermedad. Al acudir a la iglesia para dar gracias, se llevó una sorpresa. “Era 20 de junio. Y ese día se celebra especialmente la memoria de Marcelo”, señaló el empresario. “Conocí su tumba y observé la gran cantidad de placas agradeciendo las gracias recibidas”.
Al profundizar en la biografía del Servo de Dios, Rafael advirtió varias coincidencias: ambos formados en Derecho, padecieron la misma enfermedad en etapas similares y aprobaron concursos públicos. “Vi también que él realizó un máster y fue profesor; yo intento hacer lo mismo”. Percibió que Marcelo afrontó circunstancias semejantes durante su enfermedad y las superó, incluso sin haber sido curado físicamente, pero dejando un legado espiritual significativo. Para Dalcomuni, aquel día 20 muchas cosas se aclararon. “Durante todo el tratamiento mantuve la esperanza en la curación; nunca caí en desesperación. En los momentos más difíciles sentía una fuerza que no era mía”. Comprendió que esa serenidad y fortaleza provenían a través del joven Servo de Dios. “Supe que mi familia había pedido su intercesión”. Como una especie de señal providencial, descubrió que su tratamiento concluyó un Jueves Santo, fecha litúrgica coincidente con la muerte del Servo de Dios.
Desde entonces, Dalcomuni ha retomado la asistencia a misa y ha renovado su vida espiritual mediante la oración. En septiembre pasado participó en la caminata “Peregrinos de la Esperanza”, dedicada a honrar a Marcelo Câmara. Esta peregrinación recorrió el camino brasileño hacia Santiago de Compostela, con salida desde Florianópolis, culminando en la parroquia donde reposan los restos del Servo de Dios. Por su parte, Maria Zoê Espíndola, abogada y biógrafa oficial del joven siervo, considera que la gracia alcanzada por Rafael —tanto física como espiritualmente— constituye un instrumento para difundir entre los fieles católicos la fama de santidad del Servo y para acercar a quienes están alejados a Dios. “Tenemos varios relatos de personas que experimentaron una conversión al entrar en contacto con la vida de Marcelo”, explicó.
Cuando los restos mortales del Câmara aún estaban sepultados en el cementerio, un joven acompañó a una persona hasta una clínica situada frente al lugar y decidió pasear mientras esperaba...
