El Papa León XIV presidió el rezo del Santo Rosario en la Plaza de San Pedro, en el marco de la Vigilia del Jubileo de la Espiritualidad Mariana, para promover la paz mundial.
En una emotiva ceremonia celebrada el 11 de octubre de 2025, el Papa León XIV encabezó el rezo del Santo Rosario en la Plaza de San Pedro, un evento que reunió a miles de fieles en el contexto del Jubileo de la Espiritualidad Mariana. La jornada comenzó con el canto del Veni Creator, seguido por el rezo de los Misterios Gozosos del Santo Rosario, desde el atrio de la Basílica de San Pedro, donde se encontraba la imagen original de Nuestra Señora de Fátima, traída en procesión desde Cova da Iria, Portugal.
Durante la ceremonia, el Papa León XIV ofreció a la Virgen de Fátima la primera Rosa de Oro de su pontificado. En su meditación, el Santo Padre invitó a los fieles a contemplar las virtudes de la Virgen María para vivir una auténtica espiritualidad mariana, destacando su papel como "la primera creyente". Exhortó a los católicos a suplicar "el don de un corazón que escucha" y a pedir, a través de María, "el don de la compasión hacia todo hermano y hermana que sufre".
El Papa León XIV reflexionó sobre el papel de María en las Bodas de Caná, subrayando la importancia de sus últimas palabras: "Hagan lo que Él les diga". Estas palabras, según el Pontífice, son un testamento que debe ser apreciado por los fieles como una guía para seguir la Palabra de Cristo, que "sigue creando y llenando el mundo de primaveras".
El Santo Padre también abordó el tema de la paz, describiéndola como "desarmada y desarmante", y pidió a los poderosos del mundo tener "la audacia de desarmarse". Subrayó que la paz no se alcanza mediante victorias, sino a través de la justicia y el perdón. Enfatizó que el primer paso hacia la paz es desarmar el corazón, ya que sin paz interior no se puede ofrecer paz al mundo.
Por último, el Papa León XIV animó a los creyentes a adoptar una perspectiva diferente, mirando el mundo desde la óptica de los más vulnerables. Siguiendo el ejemplo de Jesús, quien "se ciñe una toalla y se arrodilla a los pies de cada uno", concluyó la ceremonia con una oración a la Virgen y dio paso a la Adoración Eucarística, animando a todos a construir un futuro de paz.