León XIV explica por qué no rezó en la Mezquita Azul de Estambul
El Papa León XIV ha aclarado que, durante su visita a la Mosquée Bleue de Estambul, optó por no rezar allí porque prefiere hacerlo en una Iglesia Católica ante el Santísimo Sacramento.
Durante la que se ha convertido en la tradicional rueda de prensa improvisada a la salida de su residencia de Castel Gandolfo, varios periodistas volvieron sobre uno de los momentos más comentados del viaje del Papa a Turquía: su visita, diez días antes, a la Mosquée Bleue de Estambul. En el transcurso de esta visita, no se había detenido a rezar, lo que había suscitado numerosas interpretaciones. Respondiendo a estas preguntas, el Papa Prevost precisó: “prefiero rezar en una Iglesia Católica en presencia del Santísimo Sacramento”. Tras el viaje, el Vaticano había indicado que una mención que figuraba en la agenda —en la que se evocaba un “breve momento de oración silenciosa”— procedía de un error técnico, con el fin de evitar cualquier malentendido sobre el desarrollo de la visita.
En el lugar, el Santo Padre había seguido los usos: descalzarse, escuchar las explicaciones sobre la arquitectura, observar los mosaicos y las cúpulas. El muecín que le acompañaba había indicado que le había propuesto un momento de alabanza, al que el Papa Prevost había respondido simplemente prosiguiendo la visita. La Mosquée Bleue había acogido, antes que él, gestos de oración silenciosa por parte de Benedicto XVI y de Francisco. El contexto de estas dos visitas era, sin embargo, diferente: la primera se inscribía en un periodo de tensión a raíz del discurso de Ratisbona, y se había entendido como un gesto de apaciguamiento. La segunda, en 2014, no se producía en una situación comparable, lo que había suscitado en algunos fieles una impresión de posible ambigüedad.
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Durante su desplazamiento de noviembre, León XIV no había retomado este gesto. Su visita se había desarrollado en un clima respetuoso y cortés, pero sin acto de culto. Varios observadores habían subrayado que se trataba de una distinción entre el respeto a los lugares y la participación en un rito que no pertenece a la fe católica. Conviene señalar que, desde el inicio de su pontificado, el Papa Prevost subraya regularmente la importancia del diálogo interreligioso, sin confusión de las formas litúrgicas. Este enfoque se había concretado en Estambul: escucha y cortesía, pero expresión clara de la identidad católica. León XIV quiso precisar que la atención mediática se había focalizado en este único momento, lo que le parecía “curioso”. Consideró que otros elementos del viaje merecían ser mencionados, en particular los encuentros con responsables civiles y religiosos y las visitas a las comunidades cristianas de Turquía.
Conviene recordar que la referencia al Santísimo Sacramento, en la respuesta del Santo Padre, no corresponde a una fórmula vaga. En la fe católica, el Santísimo Sacramento designa la Eucaristía consagrada, es decir, la presencia real de Cristo bajo las especies del pan, después de la celebración de la misa. Esta presencia no es ni simbólica ni simplemente espiritual, sino que se tiene por real, sustancial y permanente, según la doctrina definida por el Concilio de Trento. La Iglesia enseña que, después de la consagración, Cristo está presente con su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad. La oración ante el sagrario, donde reposa la hostia consagrada, es por tanto un acto de adoración. La lámpara del santuario indica esta presencia y los fieles se arrodillan en señal de respeto. Así, el lugar de la oración católica no viene determinado por la importancia de un monumento o su valor histórico, sino por la presencia eucarística.
Es este principio fundacional el que el Papa Prevost recordó sobriamente: su preferencia se dirigía a la oración en una iglesia, ante el Santísimo Sacramento. Para el Vaticano, no había motivo para interpretar esta elección como un mensaje político. Se trataba de una indicación sencilla de su práctica personal, en coherencia con la doctrina católica.
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