Sor Simona Brambilla, prefecta del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada, comparte su experiencia misionera en Mozambique y destaca la importancia del diálogo y el intercambio cultural en la evangelización.
Sor Simona Brambilla, prefecta del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, ha compartido su testimonio en el número de octubre de la revista "Donne Chiesa Mondo" de L'Osservatore Romano, dedicado a las mujeres misioneras. Sor Brambilla, quien fue superiora general de las Misioneras de la Consolata, reflexiona sobre su experiencia misionera en Mozambique, donde trabajó entre el pueblo Macua. Destaca que la misión es una llamada a participar en el dinamismo del Amor de Dios y subraya la importancia del diálogo y el intercambio de dones en la evangelización.
Durante su tiempo en Mozambique, Sor Brambilla experimentó una transformación profunda al interactuar con el pueblo Macua. Describe la misión como un regalo de Dios que le permitió descubrir la belleza de la evangelización inculturada. A pesar de las barreras lingüísticas y culturales, fue acogida con benevolencia y aprendió a reconocer las semillas de la Palabra y los frutos del Espíritu en las personas. La misión se reveló como un espacio de diálogo donde el Evangelio se encuentra con las culturas locales, iluminándolas y llevándolas a la plenitud.
Sor Brambilla enfatiza que la misión sigue siendo esencial en un mundo globalizado, marcado por crisis culturales, medioambientales y espirituales. La necesidad de amor verdadero y el reconocimiento de nuestra humanidad común son fundamentales. La misión, según ella, es un camino de sencillez y esencialidad que desafía a despertar del letargo y a no acomodarse en la comodidad mientras haya sufrimiento en el mundo. La experiencia misionera ha encendido en ella una nueva sensibilidad hacia la fragilidad y la vulnerabilidad, lugares donde Dios habita y desde los que evangeliza.