El obispo de Charlotte prohíbe las balustradas de altar a partir del primer domingo de Adviento.
El obispo Michael Martin, al frente del diocésis de Charlotte, ha ordenado suprimir el uso de las balustradas de altar durante la distribución de la Sagrada Comunión desde el primer domingo de Adviento. La medida fue anunciada el viernes por el padre John Putnam, párroco de la Iglesia Católica Saint-Marc, quien la calificó como la "norma litúrgica" vigente en los Estados Unidos.
En una carta dirigida a su feligresía, el padre Putnam reconoció que, a título personal, considera que las balustradas fomentan "el respeto y la devoción". Sin embargo, respaldó la directiva del obispo Martin para eliminar estos elementos, aunque esta aún no ha sido promulgada oficialmente. Subrayó que "la obediencia es una virtud" y animó a unirse a otras parroquias del diócesis en el retorno a la práctica normativa. Citó al respecto una declaración de la Conferencia de los Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB), que establece que "la norma... es que la sagrada comunión sea recibida de pie". Añadió asimismo que "cada uno conserva el derecho de arrodillarse para recibir la Eucaristía", remitiéndose nuevamente a dicha conferencia. Finalmente, insistió en mantener "la fidelidad a las normas litúrgicas que nos han sido dadas por la autoridad legítima de la Iglesia, tal como se exponen en la Instrucción General del Misal Romano".
Un comunicado emitido por la iglesia Saint-Marc anunció que ofrecerá "una catequesis adicional para facilitar la transición" hacia la recepción de la Comunión sin balustrada. No obstante, conviene precisar que estas estructuras facilitan a personas mayores o con dificultades físicas recibir la Eucaristía arrodilladas; por tanto, su eliminación obligará a algunos fieles a comulgar exclusivamente de pie.
Por su parte, monseñor Martin calificó como "absurdo" enseñar que arrodillarse sea más respetuoso que estar de pie. Sin embargo, las Escrituras subrayan el valor reverencial del gesto de doblar las rodillas ante Nuestro Señor Jesucristo. En efecto, San Pablo escribe en su carta a los Filipenses: "Para que al nombre de Jesús se doble toda rodilla, en los cielos, en la tierra y bajo la tierra" (Filipenses 2,10).
Esta prohibición se inscribe dentro del proceso para imponer exclusivamente la misa nueva celebrada versus populum y en lengua vernácula. Así, se establece también como obligatoria la comunión recibida de pie y en lengua vernácula.
