El sacerdote esloveno Marko Ivan Rupnik continúa ejerciendo su ministerio sin restricciones, a pesar de las acusaciones de abusos y el proceso canónico en curso, mientras la Santa Sede guarda silencio.
A pesar de las acusaciones de abusos a religiosas y la reciente designación de jueces para su proceso canónico por parte del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, el sacerdote esloveno Marko Ivan Rupnik sigue ejerciendo su ministerio sin restricciones aparentes. Su influencia y libertad de movimiento permanecen intactas, gracias al apoyo de figuras como el cardenal Angelo De Donatis, ex vicario del Papa para la diócesis de Roma, y su sucesor, el cardenal Baldassare Reina, quien debería supervisar el Centro Aletti, pero que se ha convertido en una especie de zona extraterritorial, exenta de control efectivo.
En el pasado, De Donatis defendió al Centro Aletti, fundado por Rupnik, nombrando a un "visitador tercero" que resultó ser un "turista amigo", emitiendo un veredicto "absolutorio" que encubrió las violaciones a las restricciones impuestas por la Compañía de Jesús al sacerdote. Este verano, mientras Silere non possum denunciaba la "gita giubilare" organizada por mons. Gianpiero Palmieri, arzobispo de Ascoli Piceno, en la Casa Santa Severa del Centro Aletti, Rupnik predicaba allí, recibido con normalidad por fieles y sacerdotes.
Palmieri, cercano a De Donatis, desestimó las advertencias de prudencia y desacreditó las críticas, acusando a los detractores de polémica. Esta dinámica, donde quien denuncia es desacreditado y quien encubre es premiado, es bien conocida por Palmieri, acostumbrado a maniobrar en los círculos de poder. Durante su estancia en el Centro Santa Severa, del 26 al 27 de junio, Rupnik predicó del 29 de junio al 3 de julio, con el respaldo de padre Ivan Bresciani, quien ha protegido a Rupnik de las restricciones jesuitas.
Rupnik, tras ser expulsado de la Compañía de Jesús, se incardinó en la diócesis de Capodistria, acogido por su amigo mons. Jurij Bizjak, en un proceso canónico que ignoró la conducta del clérigo. Aunque reside en Roma, continúa dirigiendo su "obra artística" y predicando, mientras la Santa Sede permanece en silencio y no impone medidas cautelares. Bresciani, por su parte, solo visita Ascoli Piceno para predicar, manteniendo sus intereses en el Centro Aletti.
El caso de Rupnik evidencia la falta de justicia equitativa en la Iglesia, donde las relaciones y amistades prevalecen. El proceso contra Rupnik, aunque presentado como "independiente", carece de credibilidad debido a la disparidad de trato. El Centro Aletti incluso publica la meditación de Rupnik en su canal de Youtube, cobrando por su acceso, mientras se declara pobre.
El caso Rupnik revela cómo el sistema eclesiástico protege a quienes pertenecen al círculo adecuado, mostrando una Iglesia que predica misericordia pero practica favoritismo. Mientras los fieles claman por verdad, Rupnik sigue predicando y siendo recibido por prelados complacientes. "Cuando se goza de una cobertura a los más altos niveles, no hay nada que temer", escribía Silere non possum en 2022, reflejando una amarga realidad en la que el poder protege de las consecuencias.