El Concilio Vaticano II sigue generando debate en la Iglesia Católica

El Concilio Vaticano II sigue generando debate en la Iglesia Católica

El Concilio Vaticano II, convocado por Juan XXIII y conducido por Pablo VI, sigue siendo objeto de reflexión y controversia, con opiniones divididas sobre su impacto en la Iglesia Católica actual.

El Concilio Vaticano II, celebrado hace sesenta años, continúa siendo motivo de reflexión y debate dentro de la Iglesia católica. En una homilía pronunciada en 2010, el Papa emérito Benedicto XVI subrayó la creciente secularización y descristianización que motivaron la convocatoria del Concilio. Desde comienzos del siglo XX, se advertía la dificultad para transmitir la fe en sociedades que, aunque no hostiles, mostraban un marcado desinterés por el cristianismo. Esta realidad fue particularmente evidente para el entonces arzobispo Giovanni Battista Montini en Milán, donde constató un ambiente cada vez más alejado del mensaje evangélico.

La decisión de Juan XXIII de convocar el Concilio y su posterior conducción por parte de Pablo VI respondieron a la necesidad de encontrar nuevos lenguajes para anunciar el Evangelio. El Concilio buscó iluminar a todos con la luz de Cristo, tal como se expresa en la Constitución dogmática Lumen gentium. No obstante, sus consecuencias han generado controversia. Algunos atribuyen al Concilio la crisis que atraviesa la Iglesia; otros, en cambio, defienden reformas orientadas a una mejor adaptación al mundo contemporáneo. En todo caso, el Concilio enseñó que la Iglesia no es fuente de luz propia, sino que debe reflejar la luz de Cristo.

El Papa León XIV, en una reciente alocución, recordó que Dios escoge el camino de la pequeñez y no requiere estrategias humanas para darse a conocer. En el Ángelus del 7 de diciembre, el obispo de Roma comparó el Reino de Dios con un renuevo, imagen que evoca nacimiento y novedad. Esta experiencia del Concilio Vaticano II se renueva cada vez que la Iglesia avanza hacia el Reino de Dios acogiendo y sirviendo. La Iglesia, viviendo el misterio de Cristo, ya está presente en muchas personas y comunidades; así lo evidencian las numerosas historias de esperanza surgidas durante este año jubilar.

Comentarios
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Juan Molina
Ayer
La discusión sobre el Concilio Vaticano II revela que la Iglesia no puede quedarse estancada en el pasado. Algunos lo ven como una crisis, pero es una oportunidad para adaptarse a un mundo cambiante. Aferrarse a dogmas obsoletos solo aleja a la gente. La renovación debe venir de la humildad y cercanía de Cristo.
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