En su Audiencia General, el Papa León XIV afirmó que "ninguna caída es definitiva, ninguna noche es eterna, ninguna herida está destinada a permanecer abierta para siempre".
Durante la catequesis de la audiencia general celebrada en la Plaza de San Pedro, el Papa León XIV reflexionó sobre un aspecto sorprendente de la Resurrección de Jesús: su humildad. En sus palabras, el Santo Padre enfatizó que "la resurrección de Cristo nos enseña que no hay historia tan marcada por la decepción o el pecado que no pueda ser visitada por la esperanza". Este mensaje de esperanza fue subrayado por la afirmación de que "ninguna caída es definitiva, ninguna noche es eterna, ninguna herida está destinada a permanecer abierta para siempre".
El Papa destacó que, a pesar de que podamos sentirnos alejados, perdidos o indignos, "no hay distancia que pueda apagar la fuerza indefectible del amor de Dios". Para ilustrar esta enseñanza, el Santo Padre se refirió al ejemplo de los discípulos de Emaús, quienes, al reconocer a Jesús en el acto de partir el pan, se enfrentan a "la sorpresa más grande: descubrir que bajo la ceniza del desencanto y el cansancio siempre hay una brasa viva, que solo espera ser avivada".