Más de 35.000 peregrinos de 117 países participaron en el Jubileo de los Coros y Corales, donde el Papa León XIV celebró una misa en la Plaza de San Pedro.
En su homilía, el Papa León XIV resaltó la importancia de avanzar juntos en alabanza y alegría hacia Jesucristo, Rey del Universo. Subrayó que el poder de Cristo radica en el amor y que su trono es la cruz, desde donde su reino se irradia al mundo como Príncipe de la paz y Rey de la justicia. El Santo Padre dirigió unas palabras especiales a los coristas y músicos, agradeciéndoles su servicio al Señor mediante sus talentos. Les recordó que su misión consiste en involucrar a la comunidad en la alabanza a Dios y participar más plenamente en la acción litúrgica a través del canto, expresando así un "iubilum", un regocijo nacido de la gracia.
El Papa también reflexionó sobre cómo la música permite manifestar sentimientos y emociones profundas que las palabras no siempre alcanzan a transmitir. Citó a San Agustín, quien afirmaba que "cantar es propio de quien ama", señalando que el canto es una expresión natural y completa del ser humano. Para el Pueblo de Dios, el canto constituye una invocación y alabanza, un "cántico nuevo" que Cristo resucitado eleva al Padre. De este modo, la música litúrgica se convierte en un instrumento valioso para expresar el gozo de la Vida Nueva en Cristo.
El Papa León XIV animó a los coristas a caminar cantando, como viajeros que encuentran en el canto un presagio de alegría hacia su meta. Destacó que formar parte de un coro implica avanzar unidos, apoyándose mutuamente y consolándose en las dificultades. Asimismo, citó a san Ignacio de Antioquía, quien vinculaba el canto coral con la unidad eclesial, exhortando a los coristas a convertirse en un coro que cante al unísono por Jesucristo al Padre.
Por último, el Papa León XIV recordó que los coros litúrgicos requieren preparación, fidelidad y una vida espiritual profunda. Subrayó que este ministerio exige disciplina y espíritu de servicio, y les recordó que su gran familia es la comunidad a la que sirven. Encomendó entonces a los coristas bajo la protección de santa Cecilia, patrona de los músicos, animándolos a continuar cantando con alegría mientras se encaminan hacia el encuentro con el Señor.
