La iglesia católica, a punto de alcanzar los 2.000 años de historia, afronta uno de los desafíos más relevantes de su existencia: una transformación demográfica profunda y desigual.
Según el informe “Demografía de la Iglesia Católica, a las puertas de su tercer milenio”, elaborado por el Observatorio Demográfico CEU-CEFAS, la Iglesia experimenta un crecimiento sostenido en África mientras retrocede de forma acelerada en Europa, especialmente en España.
El estudio revela que a finales de 2022 la Iglesia Católica contaba con 1.390 millones de fieles, superando ya los 1.400 millones en 2023. América sigue siendo el continente con más católicos (666 millones), seguido de Europa (287 millones) y África (254 millones). Sin embargo, África es el principal motor del crecimiento, generando más de la mitad de los nuevos bautizados en el mundo.
Pese a su legado histórico, Europa ve caer su número de fieles por el descenso de natalidad, el envejecimiento poblacional y una fuerte secularización. En Asia, aunque los católicos son solo una minoría, el crecimiento es moderado, impulsado por países como Filipinas.
En Estados Unidos, el catolicismo enfrenta un declive similar al europeo, a pesar del peso creciente de la comunidad hispana. Solo el 20% de los católicos asisten regularmente a misa y el número de sacerdotes ha caído drásticamente.
España, históricamente uno de los principales bastiones del catolicismo, refleja con nitidez la crisis europea. Aunque el 55,5% de los ciudadanos se declaran católicos (CIS, abril 2025), solo el 18,7% son practicantes, y apenas un 16% asiste regularmente a misa. Este dato contrasta con el 70% de asistencia semanal en 1973.
Los indicadores sacramentales también muestran un declive alarmante:
Solo el 45,7% de los nacidos en 2023 fueron bautizados, frente al 99,4% en 1971.
Las Primeras Comuniones también caen, representando solo al 44% de los niños de 9 años.
Las bodas religiosas han colapsado, representando solo el 20% de los matrimonios en 2023, frente al 77% en 1996.
El número de sacerdotes activos también se ha reducido drásticamente: de 24.585 en 1971 a 15.285 en 2023, con una edad media que supera los 65 años. Solo se ordenaron 79 nuevos sacerdotes ese año, muy lejos del ritmo necesario para mantener la estructura parroquial. La caída de vocaciones comenzó tras el Concilio Vaticano II y sigue sin revertirse.
Frente a la crisis de práctica religiosa, la obra social y educativa de la Iglesia sigue siendo colosal. En España, más de 1,5 millones de alumnos estudian en los 2.538 centros de ideario católico, y casi 150.000 lo hacen en universidades de inspiración cristiana. Además, se estima que 8,2 millones de personas asistieron a misa regularmente en 2023, una de las mayores concentraciones sociales del país.
En el ámbito asistencial, la Iglesia gestiona más de 8.800 centros sociales en España (hospitales, comedores, orfanatos, centros de rehabilitación o atención a la mujer), atendiendo a más de 3,6 millones de personas. Estas cifras suponen un enorme ahorro para el Estado, aunque se mantienen gracias a un voluntariado amplio y motivado, y a los recursos procedentes del IRPF: en 2023, 7,8 millones de contribuyentes marcaron la casilla de la Iglesia, aportando 358 millones de euros.
El informe concluye con una reflexión sobre el futuro: la revitalización de la Iglesia depende no solo de los fieles, sino del compromiso activo de su jerarquía y laicos. Se reconoce que la Iglesia ha superado cismas, persecuciones y transformaciones históricas, y que su labor humanitaria sigue siendo indispensable.
Sin embargo, se advierte que el futuro del catolicismo está en juego, especialmente en Europa y América. Mientras África emerge como su nuevo bastión, la Iglesia debe enfrentar el reto de reconectar con las nuevas generaciones, revertir la pérdida de vocaciones y fortalecer el vínculo entre fe, cultura y sociedad.
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