La Sagrada Familia de Barcelona se prepara para coronar su horizonte con la Torre de Cristo, la más alta de Europa.
La silueta más reconocible de Barcelona está a punto de transformarse. Tras más de un siglo de construcción entre piedra y andamios, la Sagrada Familia se dispone a elevar su aguja central, una torre que convertirá a la basílica inacabada de Antoni Gaudí en la iglesia más alta de Europa.
Xavier Martínez, director general del proyecto, anunció que la monumental Torre de Jesucristo, que alcanzará los 172 metros de altura, debería estar terminada a finales de este año o en los primeros meses de 2026. «Estamos acostumbrados a que los rascacielos definan el horizonte moderno», declaró Martínez a Associated Press, «pero es notable que en el siglo XXI se siga construyendo una catedral de tal envergadura». Cuando esté coronada con una cruz luminosa, la torre eclipsará a la Catedral de Ulm, en Alemania, que ostenta el récord desde el siglo XIX con 162 metros. A su alrededor se alzarán otras cinco torres: una dedicada a la Virgen María y cuatro ligeramente más pequeñas que simbolizan a los Evangelistas.
La historia de la basílica es tan extraordinaria como su arquitectura. Su construcción comenzó en 1882, pero el propio Gaudí falleció en 1926 con solo una torre terminada, atropellado por un tranvía cuando se dirigía a rezar. Un siglo después, su visión, arraigada en una ferviente fe católica y una estética orgánica inspirada en la naturaleza, sigue despertando fascinación mundial.
El próximo mes de junio se conmemora el centenario del fallecimiento de Gaudí. La basílica albergará actos conmemorativos en su honor, y el Papa León XIV ha sido invitado a celebrar una misa solemne ese día, un posible momento de continuidad entre el legado espiritual de Gaudí y la Iglesia universal. Se espera la respuesta del Vaticano en las próximas semanas. El Papa Benedicto XVI consagró la basílica en 2010, elevándola al rango de basílica menor. Sin embargo, ni siquiera la consagración ha detenido el lento ritmo del trabajo con grúas y canteros. Esteve Camps, director de obra, admite que las fachadas y el interior aún requieren años de trabajo, y se espera que la obra esté terminada alrededor del año 2036.
Lo que comenzó como una iniciativa devocional se ha convertido en uno de los mayores atractivos culturales de Europa. Solo el año pasado, casi cinco millones de personas visitaron la Sagrada Familia, el 15 % procedentes de Estados Unidos. El precio de las entradas sigue siendo la principal fuente de financiación para continuar con las obras: una fusión entre peregrinación y turismo que mantiene viva la visión original de Gaudí.
La ascensión de la torre representa más que una proeza arquitectónica; es un acto perseverante que une fe, arte e identidad cívica a lo largo del tiempo. En una época donde los horizontes seculares están dominados por torres cristalinas y logotipos corporativos, Barcelona se prepara para erigir un monumento diferente: uno que apunta inequívocamente al cielo. Cuando se coloque la última piedra, la Sagrada Familia no solo superará en altura a las demás iglesias europeas; será un testimonio perdurable del magnetismo creativo gaudiniano y del firme convencimiento en que lo sagrado aún puede moldear los horizontes modernos.