El obispo García Beltrán ordena a tres sacerdotes en el Cerro de los Ángeles

El obispo García Beltrán ordena a tres sacerdotes en el Cerro de los Ángeles

La ceremonia de ordenación de Antonio Sánchez, Enrique Jimeno y Javier Valencia tuvo lugar en la Basílica del Sagrado Corazón, presidida por el obispo Ginés García Beltrán, quien destacó la vocación sacerdotal como un don divino.

La Basílica del Sagrado Corazón del Cerro de los Ángeles fue el escenario de la ordenación de Antonio Sánchez, Enrique Jimeno y Javier Valencia como nuevos sacerdotes. La ceremonia, presidida por el obispo Ginés García Beltrán, congregó a familiares, amigos y numerosos fieles. Durante su homilía, el obispo subrayó que el sacerdocio es una vocación divina que transforma lo humano, destacando que Cristo consagra a los nuevos presbíteros para ser su presencia en el mundo.

El obispo García Beltrán animó a los nuevos sacerdotes a vivir su ministerio inspirados en el Evangelio del Buen Pastor, enfatizando que deben ser pastores según el corazón de Cristo. Citó a san Juan de Ávila para describir al presbítero como alguien que lleva a Dios en su corazón y a los hombres en sus entrañas, resaltando la importancia de la intimidad con Dios y la cercanía con el pueblo.

En su homilía, el obispo recordó que el sacerdocio es un don y no una conquista, y que en la fragilidad humana se manifiesta la fuerza de Dios. Advirtió sobre las tentaciones que pueden desfigurar el ministerio, como el individualismo y el activismo, y propuso la fidelidad a través de la intimidad con Cristo, la Palabra, la Eucaristía y la fraternidad sacerdotal.

García Beltrán destacó que la misión del sacerdote es ser mensajero de esperanza, proclamando la buena noticia y acompañando a los más necesitados. Puso como ejemplo a San Juan de Dios, señalando que el ministerio se vive tanto en el templo como en las periferias, y exhortó a los nuevos sacerdotes a ser Eucaristía, es decir, pan partido para los demás.

El prelado enfatizó que el sacerdocio no se vive en solitario, sino en comunión con Dios, el obispo, los hermanos sacerdotes y el pueblo. Destacó la importancia de la fraternidad sacerdotal y recordó que el sacerdote se ordena para servir al pueblo, siendo pastor y padre, especialmente de los más necesitados.

Por último, García Beltrán encomendó a los nuevos sacerdotes a la protección de la Virgen María, recordando su presencia en momentos clave de la vida de Jesús. Concluyó su homilía animando a los ordenandos a ser pastores según el corazón de Cristo, servidores de la misericordia y testigos de la esperanza.

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