El obispo Robert Barron ha relatado en su blog un intenso viaje europeo que combinó arte, pensamiento y fe, con paradas en Francia, Alemania y Roma. Su etapa alemana, en Münster, estuvo marcada tanto por el reconocimiento académico como por una agria controversia pública.
En Münster, Barron recibió el Premio Josef Pieper, un galardón que reconoce su cercanía intelectual con uno de los filósofos tomistas más influyentes del siglo XX. Pieper, autor de obras clave sobre virtudes, Santo Tomás de Aquino y la relación entre ocio y cultura, ha inspirado a generaciones de pensadores católicos, incluido el propio Barron.
Durante dos días, la ceremonia incluyó conferencias eruditas sobre la obra de Pieper y un diálogo en el escenario con dos académicos católicos alemanes. Barron pronunció una ponencia sobre la importancia actual del “acto filosófico” defendido por Pieper. Como broche, un pianista interpretó un popurrí de canciones de Bob Dylan en su honor, un gesto que calificó de “encantador”.
Pero el homenaje no estuvo exento de incidentes. Antes de su llegada, Barron fue advertido de que un grupo de manifestantes planeaba protestar contra la entrega del premio. Su principal queja: su participación, a invitación del expresidente Donald Trump, en una comisión sobre libertad religiosa en Estados Unidos. Los críticos lo acusaron de promover “imperialismo estadounidense” y de “descuidar los derechos humanos de los inmigrantes”. Barron rechazó las acusaciones y denunció el bajo nivel intelectual de las protestas, que incluyeron pintadas con aerosol en el salón de actos y en la fachada de una iglesia.
A la polémica se sumaron las objeciones de algunos miembros de la facultad de teología de la Universidad de Münster, que lo tacharon de “no inclusivo” y de simpatizar con el trumpismo, pese a no mostrar —según él— un conocimiento real de su amplia obra: más de treinta libros, cien artículos y miles de vídeos. Barron lamentó que, a diferencia de décadas pasadas en que estudiantes estadounidenses miraban con admiración a la academia alemana, hoy aconsejaría buscar inspiración en otros lugares.
Tras su paso por Alemania, Barron viajó a Roma para el Jubileo de los Jóvenes, donde tuvo encuentros con el Papa Francisco y miles de jóvenes católicos. Antes, en Francia, había rodado un documental sobre las catedrales góticas como símbolo de trascendencia espiritual frente al secularismo contemporáneo.
Para Barron, el viaje deja una lección: “imponentes catedrales, un diálogo intelectual brillante y un ejército de jóvenes soldados de Cristo son signos de que Jesús crucificado y resucitado sigue rondando nuestra cultura”.