La moda de no tener hijos y el silencioso colapso de la familia

La moda de no tener hijos y el silencioso colapso de la familia

En este texto publicado recientemente en The Catholic Herald se analiza cómo la celebración social de la ausencia de hijos, en un contexto de crisis de fertilidad y cambios culturales profundos, refleja tensiones de fondo sobre el sentido del matrimonio, la familia y la realización personal en las sociedades occidentales contemporáneas.

Fuente: Celebrating childlessness is a sign of civilisational decline — Celebrar la ausencia de hijos es un signo de decadencia civilizacional

La caída histórica de la tasa de fertilidad en Inglaterra y Gales se presenta con frecuencia en redes sociales como una opción vital atractiva, asociada al estilo “childfree” y al modelo “DINK (Double Income No Kids)”. En plataformas como TikTok e Instagram, abundan las imágenes de interiores cuidadosamente decorados, viajes de larga distancia y mañanas sin responsabilidades. Dado el encarecimiento de alquileres e hipotecas, el alto coste del cuidado infantil y la incertidumbre económica, ese relato encaja con facilidad en una sociedad cada vez más secularizada. Además, ofrece una explicación halagadora para una realidad dolorosa para muchos: la ausencia de hijos, ya sea por circunstancias o por elección.

Según este enfoque, admitir que la mayoría de las personas desea matrimonio e hijos puede parecer ingenuo o una muestra de necesidad afectiva. Por ello se impone otro relato: la independencia como valor superior, los hijos como opción prescindible y la familia nuclear como ideal desfasado. Cuando la vida familiar se presenta de forma constante como restrictiva, ambientalmente irresponsable o incompatible con la realización personal y la ambición, se dificulta que la gente la persiga con confianza. En internet cobraron fuerza movimientos abiertamente antinatalistas que llevan esta lógica al extremo, al sostener que traer niños al mundo es moralmente incorrecto. De este modo, los hijos dejan de verse como un don y pasan a considerarse una carga.

El miedo desempeña también un papel central en esta reticencia. Muchas personas declaran abiertamente que no quieren hijos por temor a la catástrofe climática, el aumento de la delincuencia, la inestabilidad política y la fragilidad económica. Se les repite que el mundo arde, que la sociedad es insegura y que traer un niño a estas condiciones es irresponsable o incluso egoísta. Este relato genera inevitablemente una cultura poco dispuesta a imaginar o invertir en un futuro esperanzador. Desde esta perspectiva, si la población no se siente segura, respaldada ni con suficiente esperanza como para acoger hijos, la tarea no sería celebrar la falta de descendencia, sino reconstruir las condiciones sociales, económicas y espirituales que hagan de la vida familiar una posibilidad real y de nuevo aspiracional.

El texto vincula esta mentalidad actual con referencias cristianas. Recuerda que la primera reacción histórica ante Cristo fue la violencia contra los niños, con la matanza de los Santos Inocentes ordenada por Herodes para eliminar posibles amenazas y preservar su propio control. Frente a ello, presenta a la Sagrada Familia como una visión opuesta: María y José no organizaron su vida en torno a la libertad o la comodidad personales, sino que acogieron a un hijo a gran coste, en un contexto de pobreza, precariedad y desplazamientos. La Iglesia propone Nazaret como modelo de plenitud humana, al basarse en el amor, el sacrificio y el servicio, y no en la autonomía.

Desde la antropología católica, se sostiene que la persona está hecha para el don de sí misma y que los hijos no son un obstáculo para el sentido vital, sino una de sus expresiones más claras. La Escritura no idealiza la paternidad, pero presenta de forma constante a los niños como una bendición de Dios, no como un error que gestionar. En contraste con la mentalidad antinatalista, se apunta a la generación Z como menos convencida por este guion antifamilia. Aunque es muy consciente de los relatos sobre cambio climático, violencia e inestabilidad económica, una parte significativa no acepta que la respuesta sea renunciar por completo a la maternidad o la paternidad.

En redes sociales, muchos jóvenes expresan abiertamente...

Comentarios
0
Paloma Ruiz
55 minutos hace
Aceptar la ausencia de hijos como una opción atractiva es un signo claro de nuestro fracaso como sociedad. La familia no es carga, sino don; y cada niño es un futuro lleno de posibilidades. Si seguimos celebrando esta mentalidad, lamentaremos las consecuencias irreversibles.
Like Me gusta Citar
Escribir un comentario

Enviar

Publish the Menu module to "offcanvas" position. Here you can publish other modules as well.
Learn More.

Hasta luego