Las redes sociales y la pornografía han alterado la comprensión del cuerpo y las relaciones, convirtiendo la sexualidad en un espectáculo o producto de consumo, alejándola de su esencia como lenguaje de encuentro.
La era digital ha transformado profundamente la percepción de la sexualidad, haciéndola más visible pero también más vacía. Las redes sociales y la pornografía han alterado la comprensión del cuerpo y las relaciones, convirtiendo la sexualidad en un espectáculo o producto de consumo. En plataformas como Instagram o TikTok, el cuerpo se presenta como un escaparate; lo que antes era un ámbito de intimidad se ha convertido en un espacio de competencia y autoexposición.
Esta transformación ha llevado a una pérdida de empatía y conexión real, donde la pantalla sustituye al contacto humano y la emoción se reemplaza por la excitación inmediata. La sexualidad se convierte en una transacción rápida y desechable, alejándose de su esencia como lenguaje de encuentro. Ante esta realidad, es crucial que la educación sexual recupere la dimensión ética y humana del deseo, enseñando a mirar al otro con respeto y a valorar el cuerpo como espacio de dignidad.
Es fundamental recordar que detrás de cada cuerpo hay una persona con una historia y emociones. El placer y el respeto no son opuestos, y el deseo puede ser un camino hacia el encuentro auténtico. Solo así se podrá resistir la lógica deshumanizadora del algoritmo y recuperar la belleza de una sexualidad vivida con conciencia y humanidad.
