La Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos ha reafirmado su postura contra los tratamientos y cirugías para modificar la apariencia sexual en hospitales católicos, destacando preocupaciones ideológicas y médicas.
La Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos aprobó una resolución que prohíbe a los hospitales católicos participar en tratamientos o cirugías dirigidos a modificar la apariencia sexual de personas con disforia de género. Esta decisión, adoptada durante la asamblea de la USCCB en Baltimore, encomienda a cada obispo diocesano la responsabilidad de aplicar dichas prohibiciones, según informó la Associated Press.
Esta aclaración surge en un momento en que algunos centros que se presentan como católicos, como el Providence Alaska Medical Center en Anchorage, han sido señalados por realizar procedimientos descritos como mutilaciones quirúrgicas o químicas. Aunque la resolución no contó con unanimidad, la USCCB mantiene su rechazo a tratamientos y operaciones que puedan causar daños irreversibles, incluida la esterilidad, con el fin de obtener la apariencia del sexo opuesto.
En un documento presentado en el caso U.S. v. Skrmetti, los obispos afirman: «La manipulación del cuerpo en el marco del transgenerismo no es una intervención médica moral para las personas que sufren de disforia de género, porque el objetivo de este procedimiento no es reparar un defecto del cuerpo ni sacrificar una parte del cuerpo por el bienestar del cuerpo en su conjunto». Además, subrayan que una operación de cambio de sexo «sacrifica funciones corporales sanas y órganos por razones que no sirven al cuerpo en su conjunto». Según la conferencia, una intervención médica moralmente justificada debe respetar siempre la diferenciación sexual y no puede buscar eliminarla. En 2023, la USCCB ya había publicado un texto doctrinal sobre los desafíos morales relacionados con medicamentos y cirugías transgénero, expresando sus inquietudes ante la rápida difusión de prácticas consideradas peligrosas.
El Dr. Quentin Van Meter, presidente del American College of Pediatricians, ha manifestado una postura similar, calificando los bloqueadores de pubertad como maltrato infantil. En 2021 declaró a LifeSiteNews: «Si interrumpes la maduración física con la intención clara de nunca permitir que siga la dirección deseada por la naturaleza, creas esencialmente un estado patológico». Varios investigadores en ciencias sociales observan que el aumento de declaraciones de identidad transgénero entre jóvenes parece estar fuertemente influenciado por presiones sociales provenientes incluso de sus mayores, hasta el punto de ser calificado por algunos expertos como contagio social.
A nivel internacional, los debates sobre tratamientos y transiciones de género afectan hoy a todo el mundo occidental, y Europa no es una excepción. Varios países europeos han comenzado a revisar sus enfoques tras constatar las consecuencias sanitarias, psicológicas y sociales derivadas de protocolos adoptados apresuradamente. En particular, Francia ha iniciado más tarde esta reflexión; sin embargo, las señales de alerta se multiplican. Médicos hospitalarios, pediatras y psiquiatras expresan crecientes preocupaciones ante el aumento notable de solicitudes para transición, especialmente entre adolescentes femeninas. La situación francesa también está marcada por una fuerte presión social e ideológica. En este contexto, la posición de la USCCB trasciende las fronteras estadounidenses y recuerda la necesidad urgente de un enfoque basado en la verdad antropológica, el discernimiento médico riguroso y la protección efectiva de los más vulnerables. Los riesgos vinculados a la ideología de género —como la confusión identitaria, el desarraigo corporal, las mutilaciones irreversibles, las fracturas familiares y su instrumentalización política— resultan cada vez más evidentes.
