El Papa León XIV concluye la Asamblea General de la Conferencia Episcopal Italiana en Asís, llamando a un retorno al Evangelio y a una Iglesia sinodal.
Esta mañana, el Papa León XIV clausuró la 81ª Asamblea General de la Conferencia Episcopal Italiana, celebrada en Asís. Durante su encuentro con los obispos, pronunció un discurso centrado en el retorno al Evangelio, la promoción de la paz y el desarrollo de un estilo verdaderamente sinodal en la Iglesia italiana. El Santo Padre llegó a Umbría a primera hora del día. Antes de reunirse con el episcopado, se recogió en oración ante la tumba de San Francisco, gesto que realizó con sobriedad y en privado. Tras el coloquio con los prelados, se desplazó al estadio desde donde partió hacia Montefalco. En el Monasterio de las Monjas Agustinas, celebró la Santa Misa y actualmente almuerza antes de regresar al Vaticano en helicóptero.
Al dirigirse a los obispos, el Papa recordó el significado del lugar que acogía la asamblea: Asís, ciudad que «transmite un mensaje de fe, fraternidad y paz, del cual el mundo tiene urgente necesidad». Citando la Vita Seconda y el Testamento del Poverello, subrayó la revelación recibida por San Francisco: «vivir según la forma del santo Evangelio». A continuación, retomando las Fuentes franciscanas, añadió: «El Cristo, de hecho, “que era rico sobre todas las cosas, quiso elegir en este mundo, junto a la beatísima Virgen, su madre, la pobreza”». El Pontífice indicó con claridad el hilo conductor de su intervención: «Mirar a Jesús es lo primero a lo que también nosotros estamos llamados». Reiteró que el núcleo de la existencia cristiana no consiste en una actividad sino en una relación: aquella con Cristo «crucificado y resucitado». En un tiempo marcado por la dispersión y la ansiedad por ser eficientes, afirmó que «es necesario volver a los fundamentos de nuestra fe, al kerygma», especialmente para los pastores.
León XIV insistió en vincular fe y responsabilidad hacia los demás. «Mantener la mirada en el Rostro de Jesús nos hace capaces de mirar los rostros de los hermanos», afirmó. En referencia al contexto global actual señaló que vivimos en un mundo donde «a menudo se difunden mensajes y lenguajes entonados a hostilidad y violencia», donde la carrera por la eficiencia «deja atrás a los más frágiles», mientras que la tecnología «comprime la libertad» y la soledad «consume la esperanza». Frente a esta realidad, subrayó que la Iglesia está llamada a ser «artesana de amistad, de fraternidad, de relaciones auténticas», sin reticencias ni temores. Recordó además que cuando el Resucitado se aparece a sus discípulos sus primeras palabras son: “Paz a vosotros”. Por tanto, explicó que esta no es una cuestión más sino “el don pascual” para compartir con todos y hacerla extensiva.
Una parte central del discurso estuvo dedicada a la sinodalidad. El Papa aclaró que esta no puede reducirse ni a un método ni a una etapa pasajera; es «el caminar juntos de los cristianos con Cristo y hacia el Reino de Dios». Por ello pidió a los obispos un compromiso concreto para «dar forma al rostro de una Iglesia colegial». En este marco abordó uno de los asuntos más delicados en las últimas décadas: las agrupaciones diocesanas. La petición fue explícita: avanzar sin retroceder especialmente «donde las exigencias del anuncio cristiano nos invitan a superar ciertos límites territoriales» y unir fuerzas. Reconoció también las dificultades e incluso «la desorientación» que estos procesos pueden generar; por ello confió en que cada Región proponga soluciones realistas para las diócesis más pequeñas o con recursos limitados. La colegialidad implica asimismo revisar los procesos para nombrar nuevos obispos; se requiere «una mayor participación de personas en la consulta», coordinada entre el Dicasterio para los Obispos y la Nunciatura Apostólica.
Recordando el documento normativo sobre estas materias —aunque aquí se interrumpía el texto original— queda patente cómo Esta llamada del Papa León XIV busca afianzar tanto una renovación pastoral como estructural dentro del episcopado italiano. Su exhortación insiste en recuperar las raíces evangélicas para afrontar con valentía los desafíos actuales desde una perspectiva auténticamente católica.
