El Papa León XIV celebró una misa en la Basílica de San Pedro, recordando las apariciones de la Virgen de Guadalupe y destacando la importancia de la unidad y la dignidad humana en su homilía.
León XIV presidió una misa en la Basílica de San Pedro en memoria de la Beata Virgen María de Guadalupe, especialmente venerada en América Latina. Durante la homilía, pronunciada en español, el Pontífice se encomendó a la Virgen y recordó las apariciones ocurridas en 1531 a Juan Diego, un indígena azteca convertido al cristianismo. En su mensaje, subrayó la importancia de la unidad y la dignidad humana, y pidió a los gobernantes que ejerzan su autoridad como servicio y no como dominio.
El Papa manifestó su preocupación por los jóvenes y animó a que se les ofrezcan las condiciones necesarias para elegir el bien y mantenerse firmes en la fe, pese a las influencias contrarias del mundo actual. Rogó a María que aleje de ellos las amenazas del crimen, las adicciones y el vacío existencial. Asimismo, destacó el valor de la unidad familiar, deseando que cada hogar sea una verdadera escuela de fe y que se restablezca plenamente la comunión entre los hijos de la Iglesia.
León XIV dirigió también sus oraciones a los consagrados, pidiendo a María que renueve su primer amor y los proteja frente a las tentaciones. Por último, refiriéndose a su propio ministerio petrino, invocó la ayuda maternal de la Virgen para confirmar en el camino hacia Cristo a quienes le han sido confiados, citando para ello las palabras del beato San Juan Pablo II sobre el papel del Sucesor de Pedro.
