Once mártires madrileños, en su mayoría seminaristas, serán beatificados tras la aprobación del Papa León XIV.
Los seminaristas se encontraban de retiro cuando un grupo de milicianos asaltó el edificio; en aquella ocasión consumieron las formas del sagrario y lograron huir en el último momento, aunque fueron asesinados meses después.
La diócesis de Madrid recibió este jueves 18 de diciembre la noticia de la aprobación por parte del Papa León XIV de la beatificación de Ignacio Aláez Vaquero y diez compañeros, entre seminaristas y familiares, que entregaron su vida por la fe durante la persecución religiosa del siglo XX. El boletín de la Santa Sede anunció la promulgación de los decretos del Dicasterio para las Causas de los Santos, firmados por el Santo Padre, entre ellos el decreto que reconoce el martirio de estas once personas: nueve seminaristas, un sacerdote —tío de uno de ellos— y un laico, padre de otro. La ceremonia de beatificación tendrá lugar en Madrid, según el calendario que proponga el Vaticano.
En España, durante el siglo XX, más de cuatro mil sacerdotes y seminaristas diocesanos —además de tres mil religiosos y decenas de miles de laicos— dieron su vida por amor a Jesucristo y a su Iglesia. Entre ellos se cuentan estos nueve seminaristas y sus dos familiares martirizados en Madrid entre 1936 y 1937. Su causa se abrió en 2010 y cuatro años después pasó a la fase romana. Siete eran seminaristas de la entonces diócesis de Madrid-Alcalá, hoy provincia eclesiástica integrada por la archidiócesis de Madrid y las diócesis de Getafe y Alcalá de Henares. Se formaban en el Seminario Conciliar de la Inmaculada y San Dámaso, ubicado en Las Vistillas.
Uno pertenecía a la diócesis de Barbastro, donde había nacido. Se formaba en el Seminario Pontificio de Comillas, en Cantabria, pero se encontraba en Madrid pasando las vacaciones con su familia durante el verano de 1936. Otro era natural de la provincia de Jaén, perteneciente a la diócesis de Toledo. Fue detenido en su pueblo natal y trasladado a Madrid en el llamado “tren de la muerte”, que condujo a unos 150 presos jienenses asesinados junto a las vías cerca de la estación ferroviaria conocida como El Pozo. En esta causa también se incluyeron dos familiares.
El sábado 18 de julio de 1936 se celebraba un retiro para seminaristas en el Seminario Conciliar de Madrid. La actividad formativa habitual había sido suspendida debido a las circunstancias políticas, por lo que muchos jóvenes estaban ya en sus casas. Predicaba el párroco Hermógenes Vicente, del templo dedicado a San Sebastián, en Carabanchel Bajo, quien también sería mártir. Le acompañaban el rector Rafael García Tuñón; el director espiritual del seminario mayor, José María García Lahiguera; y el director espiritual del seminario menor, Hermenegildo López. Aunque no existen datos concluyentes, se presume que entre los asistentes al retiro estaban Aláez, Antonio Moralejo, Cástor y Jesús Sánchez. Mientras comían, un grupo armado irrumpió en el edificio. El portero avisó a los participantes, quienes acudieron rápidamente a consumir las sagradas formas para evitar que cayeran profanadas; vestidos con ropa civil huyeron por una puerta trasera conocida como “la huerta”.
A partir entonces, los 215 jóvenes seminaristas sufrieron persecución y martirio según sus circunstancias particulares. Solo permanecían vinculados al seminario los archivos con sus expedientes personales y direcciones, que fueron utilizados para localizarlos y darles muerte. El seminario fue clausurado y sus instalaciones sirvieron primero como checa y luego como cárcel. La mayoría murieron entre septiembre y noviembre de 1936; salvo Cástor Z., cuyo destino no se detalla aquí.

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