Atrévete mientras el corazón arde
Atrévete mientras el corazón arde

¿Por qué esperar a que la vida te pase por encima para plantearte entregar lo mejor de ti? ¿Por qué reservar la pregunta por la vocación para cuando el corazón ya está cansado, golpeado o endurecido? El momento de decidir es cuando la sangre hierve, cuando todavía se sueña en grande, cuando no se han apagado las ganas de cambiar el mundo.

El Papa ha sorprendido a muchos al animar a los monaguillos franceses a pensar en la vocación sacerdotal desde niños y adolescentes. A algunos les ha parecido una osadía. A mí me parece una sensatez.

La vocación no es para resignados ni para veteranos de guerra espiritual. Es para quien tiene el corazón fuerte, limpio y todavía sin dobleces. El Papa lo dijo sin rodeos: la falta de sacerdotes es una vergüenza. Y no se arregla con diagnósticos sociológicos, sino con jóvenes que tengan el coraje de preguntarse en serio: “¿Y si Dios me llama a mí?”

Muchos prefieren que la juventud viva entretenida, distraída, sin plantearse nada que huela a entrega radical. Se les ofrece un menú de opciones cómodas, todas con salida de emergencia. Pero lo grande nunca se elige desde el sofá. Lo grande se elige en caliente, cuando uno siente que la vida merece ser jugada entera y no en migajas.

Plantear la vocación pronto no es presionar, es reconocer que el corazón joven es capaz de decisiones grandes. El miedo a hablar de esto a tiempo es lo que ha dejado parroquias vacías y seminarios desiertos. Y lo que necesitamos no son curas quemados que llegan por descarte, sino hombres que dijeron sí cuando tenían el alma en llamas.

La vida, como la fe, se decide mejor cuando el corazón late con fuerza. Y si uno siente el impulso, lo honesto es atreverse, no postergarlo hasta que ya no quede nada por entregar.

En esta sociedad tan superproteccionista que nos rodea, es muy natural que los padres de cualquier joven se preocupen de cuando un hijo siente la llamada de joven. En el fondo, la duda de los padres en estos casos se reduce a si esta llamada es verdaderamente sobrenatural o simplemente fruto de un entusiasmo humano pasajero, o de la inocencia propia de la juventud. En cualquier caso, con Dios de la mano, cualquier medio del que se sirva Dios y edad con la conciencia formada son buenas para responder afirmativamente a una vida de entrega.

“No tengáis miedo”. Mensaje para jóvenes y no tan jóvenes, para sus padres y amigos…con visión sobrenatural, la respuesta de un alma joven que pueda empezar a servir a Dios cuando más energía tiene, en un mundo como en el que vivimos hoy en día, es un milagro al que no nos podemos acostumbrar y por el que hemos de pedir. Y además, porque estas vocaciones arraiguen y no sean fugaces, sino un ejemplo perenne de fidelidad a su decisión.

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Hasta luego