De monjas, abusos, cardenales y progres: Crónica negra con púrpura y sotana

De monjas, abusos, cardenales y progres: Crónica negra con púrpura y sotana

Voy a escribir un libro. O una trilogía, si la trama da para tanto.

Primer volumen: El seminarista despechado. Un joven de 24 años, con sotana en el corazón, al que no dejan ordenarse en la diócesis de Getafe. Lagarto, lagarto.

Segundo volumen: La superiora en entredicho. Una ex–opusina, acusada —sin pruebas, pero con mucha imaginación— de encapricharse del mozalbete.

Tercer volumen: La maquinaria eclesial en acción. Una comunidad rebosante de vocaciones jóvenes, sin miedo a las exigencias, sin azúcar glas ni suavizante pastoral. Y un cardenal cuando menos intrigantuelo.

Entra en escena este cardenal: un hombre que, bajo el paraguas de “acusaciones de abusos” —palabra que casi todos confunden con lo sexual, olvidando que los abusos de poder y de conciencia también existen—, aparta de mala manera a la fundadora. Ironías de la vida: el supuesto justiciero acaba abusando del mismo poder que dice custodiar en nombre de Dios.

Y como buen príncipe de la Iglesia, no da explicaciones. Tal vez porque cree que sus fieles no las merecen. Tal vez porque sospecha que no tienen la formación suficiente para comprenderle. O, quién sabe, porque los motivos reales se deshacen en cuanto se exponen a una mínima crítica.

Mientras tanto, un sector pequeñito de la prensa religiosa —pequeñita pero rancia, progresista pero de manual, de esos que sueñan con una Iglesia reducida a ONG asistencialista— aplaude con entusiasmo las decisiones de un obispo a su medida. Progre, progre. Su vida de oración no la juzgo; su vida pública, inevitablemente, sí.

Ahora díganme ustedes: ¿no merece todo esto, como mínimo, una trilogía a lo Dan Brown? Pero en este caso, sin conspiraciones ficticias: aquí todo es real. Y, lamentablemente, demasiado actual.

Comentarios
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Joaquín Gil
1 mes hace
La corrupción y el abuso en la Iglesia son graves, pero debemos recordar que la verdadera Iglesia es santa y siempre puede purificarse. La denuncia debe ir acompañada de oración y conversión, no de sensacionalismo que desvirtúa la fe.
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Saúl Bousoño
1 mes hace
La Iglesia, llamada a ser santuario, a veces se pierde en su propia oscuridad, como en estos casos. La verdad exige transparencia y justicia, no encubrimientos. La fe no puede tolerar abusos ni silencios cómplices.
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Estanislao
2 meses hace
Ni una verdad Aurora Buendía, sigues con tu costumbre conocida de infovaticana de no decir ni una sola verdad.

Bueno, que Marimi es exopusina puede que lo sea.

Y sigues con tu costumbre de pisotear siempre a las víctimas. La bilis te supura por todos los poros.

Treinta denunciantes y sigue subiendo teniendo en cuenta que hay como ochenta miembros es un porcentaje alto teniendo en cuenta que sois una mafia infecta que se dedica a difamar a los que denuncian vuestras infamias todavía es un porcentaje más impresionante.

Los legionarios de Cristo muy alborotados están porque les han pillado a Marimi.

Que los legionarios defiendan a Marimi la hunde todavía más en la infamia.

Estos legionarios:

https://armando.info/la-mafia-financiera-de-los-legionarios-de-cristo/
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Naiara Suárez
2 meses hace
La Iglesia necesita renovarse, pero no a costa de simplificar sus problemas ni culpar solo a los "progres". La verdadera fe exige honestidad y justicia, no melodramas sensacionalistas que solo dividen.
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