Ignacio Saure, arzobispo de Nampula, resalta la grave situación en el norte de Mozambique, donde la violencia islamista ha desplazado a miles, y subraya la necesidad de diálogo y desarrollo para alcanzar la paz.
La crisis humanitaria en el norte de Mozambique persiste debido a la violencia de grupos islamistas desde 2017. Ignacio Saure, arzobispo de Nampula y presidente de la Conferencia Episcopal de Mozambique, ha destacado que la población ha perdido todo al huir de sus aldeas. Durante una visita con el cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, se constató la falta de alimentos, agua y atención médica en las comunidades afectadas.
El conflicto, originado en Cabo Delgado, se ha extendido hacia el sur, afectando a Nampula. Según la OCHA, más de 100.000 personas han sido desplazadas recientemente, sumando más de 330.000 en los últimos meses. La visita de Parolin fue vista como un signo de esperanza, mostrando el interés del Papa en la situación.
Las autoridades mozambiqueñas intentan ayudar, pero las necesidades superan sus capacidades. La Iglesia, a través de Cáritas y las diócesis del norte, se moviliza para asistir a los desplazados, aunque con recursos limitados. Familias cristianas han acogido a refugiados en sus hogares, demostrando solidaridad.
El arzobispo Saure subraya que la solución a la crisis no puede ser solo militar, sino que requiere diálogo y abordar las causas profundas del conflicto. La riqueza en recursos naturales del norte, como gas y petróleo, ha sido una maldición para la región. El desarrollo es esencial, pero imposible sin paz.
