La Diócesis de Spokane se encuentra dividida tras la suspensión de un popular sacerdote parroquial debido a acusaciones de conducta sexual inapropiada y malversación de fondos.
La Diócesis de Spokane ha sido sacudida por la suspensión de un sacerdote muy querido por la comunidad, el Padre Miguel Mejía, tras ser acusado de conducta sexual inapropiada con varias mujeres y de malversación de fondos parroquiales. El Obispo Thomas Daly, conocido por su firme postura conservadora y al frente de la diócesis desde 2015, anunció la medida mientras las autoridades policiales investigan las acusaciones.
En una serie de comunicados inusualmente públicos, el obispo y sus asesores revelaron que investigadores independientes y una junta de revisión diocesana encontraron lo que describieron como "pruebas abrumadoras" que respaldan las acusaciones. Este incidente ha sido interpretado por muchos como una prueba de estilo, si no de autoridad, entre un obispo conservador y un clérigo liberal con un considerable número de seguidores.
El Padre Mejía, ordenado en el año 2000, era considerado por los feligreses como un pastor profundamente comprometido con la comunidad local, conocido por su cercanía y dedicación a los presos y enfermos. Esta misma apertura ha alimentado la lealtad entre sus seguidores, muchos de los cuales ahora cuestionan las motivaciones del obispo. Algunos sostienen que el proceso ha sido manejado de manera que desacredite a un sacerdote cuyo estilo personal y popularidad chocaban con el liderazgo diocesano.
Reuniones celebradas en junio y septiembre presenciaron intensos intercambios entre funcionarios diocesanos y feligreses, algunos de los cuales expresaron incredulidad ante las acusaciones y otros pidieron una mayor transparencia. Auditores financieros descubrieron casi 100.000 dólares en gastos cuestionables, incluidos costos de viaje, regalos y artículos supuestamente cargados a cuentas parroquiales bajo descripciones engañosas.
El Padre Mejía no ha comentado públicamente y permanece en licencia remunerada, pero sus defensores insisten en que es víctima de una purga impulsada por diferencias ideológicas más que por haber cometido una mala conducta genuina. El Obispo Daly, quien ha hablado previamente de su determinación por restaurar la confianza tras escándalos pasados, sostiene que el manejo del caso por parte de la diócesis demuestra un nuevo nivel de apertura tras décadas de secretismo en la respuesta de la Iglesia estadounidense a los abusos.
La Diócesis de Spokane fue una de las primeras en Estados Unidos en declararse en bancarrota debido a reclamaciones por abusos clericales, pagando millones en compensaciones hace dos décadas. Esta última controversia ha expuesto una creciente división dentro de la Iglesia estadounidense entre quienes favorecen una comprensión tradicional de la autoridad clerical y aquellos atraídos por un enfoque más informal y pastoral. Los partidarios del obispo ven sus acciones como una defensa necesaria de la integridad y la disciplina sacerdotal, mientras que otros perciben a un prelado conservador silenciando a un sacerdote que había conectado poderosamente con los católicos comunes.
A medida que continúan las investigaciones policiales y los procedimientos canónicos esperan revisión en Roma, la controversia ha dejado a una parroquia antes armoniosa profundamente fracturada, emblemática de las tensiones más amplias que ahora ponen a prueba la unidad de la Iglesia estadounidense. Entre los directamente afectados, hay frustración porque la fe y la lealtad se han enfrentado entre sí. "Hay algo fundamentalmente mal en las personas cristianas si van a sentarse y decir 'pruébalo'", declaró Emily Chapman, una de las mujeres que ha acusado al Padre Mejía de conducta sexual inapropiada, a la prensa.