Un cardenal que ha servido durante años en la Curia Romana acusa que el pontífice “más temporal” en la historia reciente transformó el Vaticano en un condominio para unos pocos. Según este relato, “varios colaboradores se vieron obligados a recordarle que las propiedades en suelo italiano no podían administrarse a voluntad”, pues “Francisco quiso hacerlo de todos modos, con la misma terquedad de quien confunde el Estado de la Ciudad del Vaticano con su propio patio trasero”.
El artículo publicado en ACN México el 9 de octubre de 2025 presenta una acusación fuerte: el Papa Francisco —a quien denominan el “Papa de los pobres”— habría impuesto una gestión del Vaticano semejante a un condominio de privilegios para algunos laicos cercanos, dejando de lado el principio de pobreza evangélica.
Según el cardenal entrevistado, Francisco dio prioridad a ciertos colaboradores de confianza en asignaciones administrativas, sin advertir que las propiedades en suelo italiano estaban por encima de decisiones discrecionales. “Varios colaboradores se vieron obligados a recordarle que las propiedades en suelo italiano no podían administrarse a voluntad, pero Francisco quiso hacerlo de todos modos, con la misma terquedad de quien confunde el Estado de la Ciudad del Vaticano con su propio patio trasero”, afirma la fuente.
El artículo sostiene que, bajo el pontificado de Francisco, este ha ejercido el poder temporal con una intensidad sin precedentes en los tiempos modernos, superando no solo lo simbólico, sino una intervención directa en asuntos económicos, relojes, pensiones y bienes inmuebles. De hecho, se refiere que “cuando firmó el documento sobre bienes raíces … muchos consideraron ese título irreverente”, señalando que el pontífice estableció detalles minuciosos como salarios, metros cuadrados de apartamentos o pensiones.
Asimismo, se denuncia que ciertos laicos vinculados al Vaticano han llegado a recibir salarios superiores a los de cardenales encargados de dicasterios, junto con beneficios como autos, viviendas y planes de pensiones —algo que, según la denuncia, nunca habría sido tolerable para miembros del clero.
El artículo dedica un segmento notable a la Secretaría de Economía, organismo creado por el propio Francisco en 2014 con el motu proprio Fidelis dispensator et prudens, que buscaba reformar la gestión financiera vaticana. Pero la acusación es que, en la práctica, ese organismo ha devenido en un instrumento de poder capaz de castigar o premiar según los intereses del momento, y que su autoridad se amplió en 2024 para exigir supervisión en decisiones de gasto que superen el 2 % de los costos institucionales.
Un caso concreto que destaca el texto es el nombramiento de Benjamín Estévez de Cominges como secretario de la Secretaría de Economía desde el 1 de febrero de 2024. Según el artículo, su currículo académico y profesional presentaba “ambigüedades” notables, pero fue favorecido con un salario de 7.000 euros mensuales, un apartamento de tres habitaciones e incluso un plan de pensiones —pese a que España no tiene un convenio de seguridad social con la Santa Sede—.
El cardenal entrevistado, al comentar la trayectoria papal, afirma que al principio “no nos dimos cuenta” de estas dinámicas. En su opinión, en la Curia siempre existió una tendencia a reconocer problemas solo cuando “pagamos las consecuencias en carne propia”.
La versión ofrecida por ACN implica que el pontificado de Francisco —lejos de ser una reforma radical de austeridad— podría estar gestando una concentración de poder administrativo en manos de los más cercanos, incluso si ello contradice su imagen pública como el Papa de los humildes. El artículo depura estas acusaciones hasta su núcleo más crítico: que, a su juicio, el Vaticano se habría vuelto, bajo su liderazgo, un escenario de privilegios para selectos.