Las alegrías vienen continuamente. Hay quienes, en tiempos otoñales, viven captando los virus de gripes, resfriados y alergias. Esos virusillos nos rodean e invaden sin permiso y sin que nos demos cuenta. Algó así pasa con las alegrías... pero al revés: están a nuestro alrededor, e incluso dentro de nosotros, pero con frecuencia no las percibimos, arrojándonos nosotros mismos a una vida gris de otoño mustio y desabrido.
El pasado fin de semana, centrado en la solemnidad de Cristo Rey, han brillado en nuestra región una serie de asteriodes más relevantes que el 3I/Atlas. Son unos pequeños acontecimientos, diminutos para el mundo global, pero cargados de una luz de alegría que muchos envidiarían.
Me refiero a cuatro momentitos estelares de la humanidad, que demuestran, en su sencillez, cómo el gran reinado de Jesucristo extiende su poder sin límites por los rincones del planeta. Permíeme, querido lector, que te los describa brevemente.
1. Un encuentro joven lleno de Esperanza. El sábado, nuestra diócesis vibró con el Encuentro Diocesano de la Juventud, al cual asistieron unos cincuenta jóvenes de entre 16 y 25 años. Diferentes por edades y nivel social, por sus razas y antecedentes culturales y religiosos, pero unidos por una misma fe y vocación: Jesucristo.
El Papa decía hace unos meses a los jóvenes que peregrinaron al Jubileo en Roma que ellos, por su mera presencia, eran ya una esperanza para el mundo y la Iglesia. Claro, la pequeña sala de reuniones en nuestra casa de Santa Verónica no es la Plaza de San Pedro... pero el sentimiento era el mismo. Ni el hábito hace al monje, ni la arquitectura forja la Esperanza, sino ¡la maravillosa gracia de Dios!
2. Un “Sí, quiero”, que trasciende fronteras. Por la mañana de ese mismo día, en la catedral se celebró una boda. Dos jóvenes católicos también de etnias diversas y regiones totalmente opuestas en la amplia geografía de nuestro páis, se unieron en santo matrimonio después de una buena y seria preparación. Él y ella quieren convivir junto con Jesúcristo, para que sea Él, y no un simple papel del registro civil (o ni siquiera eso...), el que los mantenga unidos. Un papel del gobierno no te da muchas esperanzas de apoyo en los momentos difíciles de la pareja...
3. Primera Comunión con corazón valiente. A unos 700 kilómetros, dentro de nuestra diócesis, el domingo hizo su primera comunión un joven de unos 19 años, hijo de padre no cristiano. ¡Valiente, sí señor! Cristo ya vino a él de modo especial hace unos meses en el bautismo, y ahora el Reino de Jesús ha entrado aún más adentro, para hacerlo “carne de Su carne”.
4. Un nuevo sacerdote uzbeko para la Igleisa universal. Y un “asteroide espiritual” de gran envergadura brilló el sábado en Tashkent, capital de Uzbekistán. Un joven diácono nacido en esas tierras recibió la ordenación sacerdotal. La familia franciscana a la que pertenece se alegra, y con ella todos nosotros. La Ruta de la Seda también es fuente de vocaciones. La Catedral del Sagrado Corazón, llena de fieles venidos de todo el país, era una señal clara de que el Reino de Dios está dentro de vosotros, de nosotros, en Asia Central y en el siglo XXI.
Durante estos días repetía a los jóvenes y en las homilías la frase del salmo 96: “El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables”. Eran patentes las reacciones de agradable sorpresa por parte de la gente cuando les hablaba de la ordenación y la boda, sobre todo en el rostro de las que conocían a la novia, tal vez con la ilusión de capturar mentalmente el ramo de flores lanzado para la siguiente... ¿Verdad que aunque vivamos o nos quieran hacer vivir en “islas”, no dejamos de tener, como recuerda una canción, más de 10000 razones para estar alegres y alabar a Dios? Sí, lo estamos, y los jóvenes nos ayudan a verlo, porque ¡Cristo es su Rey, es nuestro Rey!
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