La carta apostólica "Diseñar nuevos mapas de esperanza" del Papa León XIV enfatiza la centralidad de la persona en la educación y propone nuevas formas de esperanza en el contexto actual.
El Papa León XIV ha publicado la carta apostólica "Diseñar nuevos mapas de esperanza" en el 60.º aniversario de la declaración conciliar Gravissimum educationis. En este documento, el Pontífice subraya la importancia de colocar a la persona en el centro de la educación y de diseñar nuevas formas de esperanza en el mundo actual. La carta destaca que la educación no es una actividad accesoria, sino que constituye la trama misma de la evangelización, convirtiendo el Evangelio en un gesto educativo, relación y cultura.
Gravissimum educationis reafirma el derecho de todos a la educación y señala a la familia como la primera escuela de humanidad. El Papa León XIV enfatiza que la educación no debe reducirse a una formación funcional o a un instrumento económico, sino que debe respetar la dignidad de todos y dialogar con la sociedad. La carta también resalta que la educación es un aprendizaje de virtudes, formando ciudadanos capaces de servir y creyentes capaces de dar testimonio.
El documento aborda temas como "Identidad y subsidiariedad" y la "contemplación de la Creación", proponiendo una "constelación educativa". El Papa León XIV describe el mundo educativo católico como una red viva y plural, abierta al encuentro y a la escucha con la sociedad civil y las autoridades. Además, reflexiona sobre la "navegación en los nuevos espacios" tecnológicos y digitales, llamando a reforzar la formación de los docentes en estos ámbitos y a promover una ciudadanía responsable.
El Papa Francisco es mencionado en relación con el "Pacto Educativo", una herencia profética que invita a crear alianzas y redes para educar en la fraternidad universal. El Papa León XIV destaca la importancia de poner a la persona en el centro, escuchar a los jóvenes, promover la dignidad de las mujeres y reconocer a la familia como primera educadora. El Santo Padre exhorta a las comunidades educativas a ser "servidores del mundo educativo" y "coreógrafos de la esperanza", pidiendo desarmar las palabras y custodiar el corazón.
