El arzobispo Gabriele Caccia, representante de la Santa Sede, intervino en la Asamblea General de la ONU para criticar el aumento del gasto militar y abogar por el desarrollo humano y la paz.
El arzobispo Gabriele Caccia, observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, participó en el debate sobre las armas convencionales durante la 80ª sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York. En su intervención, destacó que la proliferación y el uso indebido de estas armas obstaculizan la paz y la confianza internacional, generando desconfianza y violencia en lugar de estabilidad.
El prelado subrayó el aumento dramático del gasto militar mundial, que alcanzó 2,7 billones de dólares el año pasado. Citó al Papa León XIV, quien cuestionó la acumulación de armas como solución a los problemas, señalando que perpetúa el odio y la venganza. Caccia enfatizó la necesidad de redirigir estos recursos hacia el desarrollo humano y las necesidades humanitarias, y urgió a detener el uso de armas explosivas en zonas pobladas debido a sus efectos indiscriminados.
El arzobispo expresó preocupación por la retirada del Convenio de Ottawa sobre minas antipersona, destacando los daños duraderos que causan. Subrayó la incompatibilidad de estas armas con los principios de humanidad y derecho internacional. Además, respaldó el llamamiento del Secretario General para negociar un instrumento que prohíba los sistemas de armas autónomos letales, sugiriendo a los Estados que se abstengan de desarrollarlos.
Caccia también abordó el tráfico ilícito de armas pequeñas y ligeras, que afecta a los más vulnerables, especialmente a los niños. La Santa Sede exhorta a la comunidad internacional a abandonar la ilusión de seguridad basada en las armas y a comprometerse con la paz a través del diálogo, la justicia y la dignidad humana.
