La Generación Z lidera la lucha contra la pornografía

La Generación Z lidera la lucha contra la pornografía

La llamada Generación Z, marcada por una exposición temprana y masiva a la pornografía, empieza ahora a liderar un giro cultural a favor de limitar su acceso.

Según datos del Survey Center on American Life, los jóvenes varones apoyan hoy más las restricciones a la pornografía que los hombres de mediana edad. En 2021, el 43 por ciento de los hombres jóvenes y el 58 por ciento de las mujeres jóvenes entre 18 y 24 años consideraban que el acceso al porno debía restringirse; en 2025, esas cifras ascendieron al 63 por ciento y al 72 por ciento, respectivamente. Tras quince años dialogando con jóvenes sobre este tema, estas cifras no resultan sorprendentes para el autor del texto original.

En las décadas de 1970 y 1980, la pornografía se percibía como algo “guay”, al menos según intentó presentarlo Hugh Hefner, vendedor de pornografía y autoproclamado filósofo de Playboy. Intercalaba sus desplegables pornográficos con entrevistas a líderes de los derechos civiles y relatos cortos de la feminista Margaret Atwood; aparecía en programas de entrevistas con pipa y batín; y convirtió su Playboy Mansion en una especie de leyenda lasciva. No fue hasta después de su muerte cuando se conoció en toda su extensión la vileza de sus abusos depredadores.

En la década de 1990, la industria pornográfica comenzó a conquistar la cultura. Las restricciones se desvanecieron ante la llegada de internet, que irrumpió con los ordenadores de sobremesa. Las modelos porno saltaron de las portadas de revistas sórdidas para convertirse en figuras culturales por derecho propio. Grandes estrellas musicales utilizaron intérpretes pornográficos como bailarines en sus videoclips. El consumo compulsivo de pornografía se convirtió en un chiste recurrente en series televisivas emblemáticas como Friends y Seinfeld. Así, el porno dejó de ser solo algo “guay” para pasar a estar normalizado.

En los años 2000, todo cambió radicalmente. La industria pornográfica no solo conquistó la cultura: penetró en casi todos los hogares. Internet convirtió cualquier dispositivo con conexión Wi‑Fi en un armario sin fondo lleno de las formas más degradantes de pornografía imaginables, y esos armarios permanecían abiertos. Millones de niños, adolescentes y jóvenes accedieron a ese contenido durante años. La adicción al porno era algo generalizado en el instituto al que asistió el autor, y probablemente también en muchos otros.

Quienes crecieron con ordenadores en casa estuvieron a menudo expuestos a la pornografía. Aquellos que recibieron teléfonos inteligentes —aparecidos por primera vez en 2007— casi siempre lo estuvieron también. La exposición infantil al porno marcó profundamente los años formativos de numerosos jóvenes, quienes arrastraron cicatrices y dificultades en sus relaciones personales, carreras profesionales y vidas cotidianas. Los costes sociales derivados han sido enormes y, durante la última década, cada vez más personas han empezado a expresarlo abiertamente. La Generación Z creció con la pornografía presente en todas partes.

Mariya Manzhos relató recientemente en un reportaje para Deseret, titulado “La Generación Z creció con la pornografía. Ahora lideran la lucha contra ella”, que “Neel Dhar tenía siete años cuando hizo clic por primera vez en un anuncio en línea que le llevó a la pornografía”. “Aunque no entendía lo que veía, su curiosidad le condujo a una espiral por internet y sus rincones más oscuros. Con el tiempo, pasó allí cada vez más horas. ‘Lo único que quería era dopamina intensa y nada más’, dijo”. El autor afirma haber escuchado historias similares más veces de las que puede contar. Para millones de niños, la pornografía fue su primer contacto con el sexo.”

Manzhos añade que “Dhar, que ahora tiene diecinueve años y vive en San Diego, forma parte de una generación que creció con internet —y con la pornografía— siempre al alcance.” “Gran parte de lo que Dhar y sus compañeros aprendieron sobre intimidad y relaciones duraderas provino del consumo masivo e indiscriminado del porno.”

Comentarios
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Joaquín Requena
Ayer
La Generación Z está dando voz a una lucha necesaria contra la pornografía, reflejando el daño de una cultura que banaliza lo que debería ser sagrado. Es alentador ver a tantos jóvenes abogar por límites. La intimidad auténtica se construye en la sinceridad y el respeto, no en imágenes frías.
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