La Iglesia celebra una jornada de consuelo por las víctimas de tráfico

La Iglesia celebra una jornada de consuelo por las víctimas de tráfico

El departamento de Pastoral de la Carretera celebrará el próximo 31 de mayo la jornada "Enjugar las lágrimas", una iniciativa que busca ofrecer acompañamiento y consuelo a personas afectadas por accidentes de tráfico, coincidiendo con la festividad de la Visitación de la Virgen a Santa Isabel y el Año Jubilar dedicado a la Esperanza.

La jornada "Enjugar las lágrimas", que se originó en el Año de la Misericordia en 2016, tiene como objetivo proporcionar apoyo, oración y palabras de consuelo y esperanza a aquellos que han perdido seres queridos en accidentes de tráfico o que han sufrido lesiones permanentes. Este año, el evento adquiere un significado especial al coincidir con el Año Jubilar dedicado a la Esperanza.

La elección del 31 de mayo como fecha para esta conmemoración no es casual, ya que en este día la Iglesia celebra la Visitación de la Virgen a Santa Isabel, simbolizando así el apoyo y el rostro maternal de la Iglesia hacia los afectados. Durante esta jornada se llevarán a cabo eucaristías en varias diócesis, con la participación activa de víctimas, asociaciones, autoridades del ámbito de la Seguridad Vial y miembros del sector del transporte, reflejando el compromiso continuo de la Iglesia con las víctimas y su entorno.

Desde el departamento se expresa un deseo sincero por alcanzar una seguridad vial completa, aspirando a un futuro donde los accidentes graves sean una excepción. Mientras tanto, se enfatiza la importancia de no olvidar brindar consuelo a quienes lo necesitan bajo el lema "enjugar las lágrimas".

Comentarios
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Josefa García
5 meses hace
En un mundo que a veces parece frío, la Iglesia nos recuerda que el consuelo y la esperanza son caminos de sanación. Celebrar la misericordia en medio del dolor nos invita a ser más solidarios y a cuidar juntos la vida.
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Carla Gutiérrez
5 meses hace
Es admirable cómo la Iglesia acompaña en el dolor, recordándonos que la misericordia y la esperanza también sanan heridas profundas. En medio de la tragedia, la fe nos invita a ser presencia de consuelo y solidaridad.
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