El arzobispo Mario Iceta ha dirigido un retiro a sacerdotes, destacando la importancia de enraizarse en Cristo y subrayando el amor divino como fuente de felicidad y guía para la vida sacerdotal.
Mario Iceta, arzobispo, ha impartido un retiro a sacerdotes, animándoles a enraizar su vida en Cristo para «amar lo que él ama» y «buscar lo que él busca». Durante el retiro, el arzobispo subrayó que el amor de Cristo es la «fuente perenne» de la felicidad del sacerdote, en contraste con otras fuentes temporales como la familia o la salud. Explicó que amar significa «vivir en el corazón de la persona amada», y por ello, el sacerdote debe vivir en el corazón de Cristo.
A lo largo de dos meditaciones, el arzobispo invitó a los sacerdotes a revivir su vocación a través de la Escritura y el magisterio de los últimos papas. Insistió en que «el Señor ha venido a seducirnos y enamorarse de nosotros», exhortando a los presbíteros a permanecer en el amor de Cristo sin buscar otras consolaciones. Enfatizó la importancia de permitir a Dios «poseer» su vida, incluyendo sus afectos y pobrezas, y destacó la oración como indispensable, exhortando a no fallar en ella ningún día.
El arzobispo recordó que la santidad es la forma de vida del cristiano y del sacerdote. Afirmó que «solo el amor puede cambiar nuestra vida, no el voluntarismo», y que el cambio real ocurre al encontrar un bien mayor. Concluyó que la humildad de Cristo enseña el camino del abajamiento, permitiendo a los sacerdotes encontrar la fuente inagotable de felicidad y vivir la caridad pastoral.