Un grupo de 45 jóvenes de la parroquia de la Virgen de la Fuensanta en Madrid recorrió más de 100 kilómetros desde Oviedo hasta el santuario de Covadonga, enfrentando desafíos y buscando una conexión espiritual renovada.
Ignacio de Loyola soñaba con vivir en Jerusalén, pero las circunstancias le llevaron a Roma, donde encontró su misión. Inspirados por esta historia, los jóvenes de la parroquia de la Virgen de la Fuensanta en Madrid decidieron emprender su propio camino espiritual. Aunque el plan inicial era unirse al jubileo en Roma, las limitaciones económicas y personales les llevaron a elegir Covadonga como destino alternativo.
A finales de julio, 45 peregrinos partieron desde Oviedo hacia el santuario de Covadonga. Con mochilas al hombro y más de 100 kilómetros por recorrer, buscaban experimentar la gracia del jubileo. Rocío Polo, una joven participante, destacó la comunión con otros jóvenes que peregrinaban a Roma y el acompañamiento de la Virgen de Covadonga durante el trayecto.
El viaje estuvo lleno de desafíos y momentos memorables. Desde catequesis diarias hasta encuentros inesperados con garrapatas y avispas, los jóvenes vivieron una experiencia intensa. Marta García-Velasco relató cómo invocaron al Espíritu Santo en un momento difícil, recibiendo la fuerza necesaria para continuar.
Para muchos, como Valeria Gómez, la peregrinación fue un reencuentro con Cristo. Llegó buscando respuestas y encontró confianza en Dios. Diego González observó que su esperanza creció al reconocer los milagros que Jesús puede obrar en sus vidas. Fernando Conde-Pumpido concluyó que esta experiencia permitió a los jóvenes profundizar en el significado del jubileo, compartiendo la alegría del perdón y la unidad sin necesidad de estar físicamente en Roma.