León XIV reaviva la devoción a Nuestra Señora del Rosario en Roma

El Papa León XIV celebró la festividad de Nuestra Señora del Rosario en la Iglesia de Santa María del Rosario en Roma, luciendo vestimentas especiales para la ocasión.

El pasado lunes por la tarde, el Papa León XIV presidió las Primeras Vísperas en honor a la festividad patronal de Nuestra Señora del Rosario de Pompeya en la Iglesia de Santa María del Rosario, adyacente a la Domus Australia en Roma. La liturgia reunió a miembros de la comunidad australiana, residentes de la Domus y numerosos peregrinos para un momento de oración y devoción liderado por el Santo Padre, quien vistió una capa de color crema y azul especialmente encargada para la ocasión. La celebración marcó la bendición de la restaurada efigie de la Virgen María, una imagen venerada originalmente donada a la iglesia en 1883 por el Beato Bartolo Longo, fundador del Santuario de Nuestra Señora de Pompeya y ferviente promotor del Rosario. El Papa se detuvo ante la imagen en oración silenciosa antes de comenzar la liturgia, que fue acompañada por música coral interpretada por seminaristas del English College y el coro de la Domus.

En su homilía, León XIV reflexionó sobre la virtud de la esperanza, tema central del actual Año Jubilar, invitando a los fieles a redescubrir su significado a través del ejemplo de María. “María encarnó la esperanza a través de su confianza en que Dios cumpliría Sus promesas”, afirmó el Papa. “Esta esperanza le dio la fuerza y el coraje para entregar su vida por el Evangelio, abandonándose completamente a la voluntad divina.” Recordó a los presentes que “Dios nunca se retrasa”, instando a la paciencia y perseverancia en confiar en Su providencia.

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Aludiendo a los escritos de San Agustín, el pontífice añadió que el don de la salvación de Dios requiere la cooperación humana. “Dios nos creó sin nosotros, pero no nos salvará sin nosotros”, dijo León XIV. El Papa también señaló que la Encarnación tuvo lugar “primero en el corazón de María, antes de que lo hiciera en su vientre”, un recordatorio de la fidelidad silenciosa que marca el verdadero discipulado.

Entre los asistentes se encontraban el Cardenal Edwin O’Brien, Gran Maestre Emérito de la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro; el Cardenal Raymond Burke, Patrono Emérito de la Orden de Malta; y el Cardenal Willem Eijk, Arzobispo de Utrecht. La congregación, compuesta por clérigos, religiosos y laicos, respondió calurosamente a las palabras del Papa, con muchos australianos expresando gratitud por la atención del Pontífice a su comunidad en Roma.

Al concluir la celebración, un breve momento de distensión se produjo cuando el coche papal no arrancó al intentar salir de la Via Cernaia. Un sonriente Papa León se trasladó tranquilamente a un vehículo de escolta mientras el personal del Vaticano solucionaba el problema, aprovechando el pontífice la oportunidad para saludar y bendecir a los congregados en el exterior. La festividad de Nuestra Señora del Rosario ha ocupado durante mucho tiempo un lugar especial en la devoción católica, desde que fue instituida por el Papa San Pío V en acción de gracias por la victoria de Lepanto en 1571. En la Domus Australia, continúa sirviendo como un recordatorio del vínculo perdurable entre la oración, la esperanza y la misión, un mensaje que el Papa León XIV volvió a colocar en el corazón de su ministerio.